La primera despedida
Fecha: 20/08/2017,
Categorías:
No Consentido
Autor: janpaul, Fuente: CuentoRelatos
(Continúa a “La solución para Tono”)
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Después del banquete que mi padre ofreció a todos los familiares y amigos para dar las gracias y despedirse, vino el tedio de la tarde. Era domingo.
En esa tarde del domingo, como se notaba que estábamos cansados, a nadie se le ocurría qué es lo que íbamos a hacer. A las cuatro y algo de la tarde salíamos del restaurante, a las cinco ya estábamos cansados de estar en casa recordando las emociones y comenzamos a ponernos nerviosos. A Fernando, sin más preámbulo, se le ocurrió decir:
—”Me voy al río a tumbarme bajo un árbol o en la hierba y que se me pasen todas las emociones; como no queréis venir, me voy solo, gracias, abur”.
Yo me había quitado la camisa al entrar en casa, pero todos se pusieron en pie, dejaron sus camisas encima de la mía y seguimos a Fernando. Como Luis había traído su moto antes de ir al restaurante, Gaspar se subió con él. Tono, Néstor y yo nos fuimos con Fernando. Llegamos al río. No había nadie; todo el mundo debía de estar haciendo su siesta. Salimos del coche y nos dirigimos a nuestro lugar. Luis y Gaspar nos llevaban la delantera y ya cerca de donde estaban les vi que se besaban abrazados, aún vestidos. Mis acompañantes lo vieron también y se frenaron. Fernando les dijo que no paremos, que eso lo hacen ellos siempre. Cuando llegué no les dije nada para no molestar y parece que no se enteraron y si se enteraron lo disimularon muy bien. Se estaban comiendo sus labios con total apasionamiento. ...
... Me quité el short, como ya iba descalzo, me eché al agua de cabeza desde la orilla. Nadé hasta la otra parte y salí para sentarme sobre las aguas de la orilla en calma. Desde allí contemplaba el beso de Luis y Gaspar y a Fernando hablando con Néstor y Tono. Fernando se metió por su pie en el agua hasta que le llegó a medio pecho y comenzó a nadar hacia donde yo me encontraba. Llegó y le faltaba el aire para respirar. Le ayudé a sentarse.
—”Creo que he bebido demasiado, porque nunca me cuesta tanto como hoy”, dijo Fernando.
—”Pero, ¿estás bien?”, pregunté.
—”Sí, estoy bien, solo un poco cansado; Vamos ahí donde ese sauce grande para tumbarnos”.
Nos levantamos y nos metimos bajo la sombra del sauce llorón o salix babylonica, que es un árbol caducifolio que alcanza hasta 8 y 12 metros de altura, pero el que teníamos aquí tendría hasta unos 25 o 26 metros. Se estaba bien, aunque no corría para nada el viento y el calor caía aplomado, a la sombra, desnudos, se estaba bien. La pena es que a esas horas algunas moscas se ponen pesadas y otras muerden. Pero, como no abundaban, estaba todo bien.
—”¿No vienen ellos?, pregunté.
—”He de decirte una cosa importante y espero que no te molestes”, respondió Fernando.
—”Adelante, desembucha; grave ha de ser para que yo me moleste”, dije presuroso.
—”Sí, sí vendrán; pero has de saber que Luis y Gaspar cuando se ponen así es que van a follar, ¿entiendes?”, dijo Fernando.
—”Eso ya lo imagino; yo pregunto por Néstor y ...