1. Edgar: mi primera felacion


    Fecha: 07/04/2019, Categorías: Masturbación Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    Edgar es un vecino con el que convivía y a veces bromeábamos. Eran vacaciones y ninguno de los dos habíamos salido de nuestra ciudad. Estábamos aburridos. Ese día nos albureamos por x situación, le dije: ¡si quieres usa mi cepillo(pene) para blanquearte los dientes. El respondió: mejor al revés. No mejor tú. Dije. Mejor empieza tú, dijo. Y no sé cómo le dije: -No hay nadie en mi casa. Primero tú y luego yo, y acepto. En mi casa nos despojamos de nuestras playeras. Y él insistió: pero primero tú y luego yo. Y acepte. Mis manos recorrieron su abdomen, desabrocharon su cinturón, baje el cierre del pantalón y luego este con rapidez. Su pija se notaba semierecta, la busque para liberarle, aparte poco a poco la trusa y se la baje. Su pija agradeció la libertad. Mis ojos se clavaron por primera vez en esa pija semierecta. Quedé boquiabierto, absorto en el excelente pedazo de carne exhibido, grande y grueso. Me emocioné. Recorrí con mi nariz todo ese tronco de carne erecta, que ya anhelo, huelo, disfruto, inhalo su aroma, desde el tronco hasta el capullo. Mi saliva se hace agua, mi lengua se pone ansiosa. Mi mano se posó en su miembro que sentí cálido, suave, necesitado de ternura. Mis dedos rodearon su pija, suave, cálida semienhiesta. Por ello termino de endurecerse. Se la acaricie varias veces y cerré mis ojos, pasando mi lengua por mis labios saboreándola. Era muy gruesa y larga por lo menos tenía unos 17 cm. que a primera vista no se notaban mucho porque tenía una ligera ...
    ... curvatura como si fuera un gancho. Sus testículos no se quedaban atrás, no había visto tal tamaño, le colgaban bastante, más grandes que los que hubiera visto antes. Le pedí se recostara en la cama, lo que hizo de inmediato. Luego le baje totalmente la trusa para admirar mejor esa deliciosa barra de carne que estaba en su entrepierna. Acerque otra vez mi mano y se la acaricie. Subí mis dedos a lo largo de su gruesa barra de carne que estaba ante mi rostro, volví a sentir su tersura, mis dedos se deslizaron delicadamente entre las venas repletas de vida que cubrían ese enorme trozo de carne. La pija de Edgar era algo digno de admirarse. Mientras seguía delicadamente rozando con mis dedos, arriba y abajo, toda la extensión esa verga que se me ofrecía. No imaginaba que una pija pudiera ser algo tan atrayente como lo que tenía en mi mano. Y entendí porque les gusta a las chicas. Cuando imaginaba tener una de esas pijas en mis manos no pensé que fuera posible. Casi hipnotizado, acerque mi rostro a la cintura de Edgar. Empiezo mi camino hacia sus testículos, trato de envolverlos con mi boca, abriéndola con deleite, para introducirlos en ella, pero no me cupieron, por lo que doy lametones largos y suaves con mi lengua. Igual ocurre con su pija, por lo que debí abrir mi boca más y fui tragando centímetro a centímetro todo el tronco que tenía ante mí. Envuelvo con mi boca la pija, chupo su capullo, y luego su tronco, como si fuera un bebe con su chupón. ¡Pero que chupón! ¡Que delicia! Cerré ...
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