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Mi primer piso de estudiante -1
Fecha: 12/04/2019, Categorías: Hetero Autor: Marcos Sur, Fuente: CuentoRelatos
... otra parte Laura una chica rubia, delgadita que vestía vaqueros y un polo rosa. Ambas eran de primer año en la facultad de 18 años igual que yo. Me senté con los tres y sin más comenzó lo que me esperaba. El chico quería marcar su territorio como un león, mientras las chicas escuchaban mirándole como el jefe de la tribu. Yo movía la cabeza e intentaba encajar palabra explicando que la única intención era alojarme y no era mal chico. En un momento dado el chico dijo que debían ir los tres a la cocina a deliberar la decisión, las chicas se miraron sonrientes camino de la cocina y eso me hizo pensar que mi pinta le gustaría cero al novio de Marta. Allí se hablaban mientras yo miraba al infinito esperando al veredicto. Era como un juicio donde pude escuchar: “Juanjo joder que celoso eres” que decía Marta, mientras Laura decía: “A mí no me parece mal”. Y les decía Juanjo: “Joder no hay tías y viene un guaperillas de poca monta…” Yo me tragaba mi orgullo sin pensar en los comentarios del novio de Marta. Salieron de la cocina y se sentaron. Y de nuevo comenzó a hablar Juanjo: “Mira chavalito y te voy a dar una oportunidad y que sepas que no voy a pasar una”. La forma de tratarme no me agradaba pero debía aguantar a aquel mal educado para poder quedarme de inquilino. Me levanté y les dije: “Gracias, no os fallaré…” y me dispuse a ver el cuarto, mientras ellos murmullaban en el salón. La habitación era lo justo que podía pedir y sabía que Juanjo me miraría con lupa ...
... pero la decisión de quedarme estaba tomada. Total Juanjo sólo iba los findes y días sueltos. Me instalé esa misma tarde y fui haciéndome con la casa poco a poco. A los dos días las chicas ya estaban solas y la convivencia no era mala, siendo Marta por desgracia la que mejor se llevaba conmigo y cuestión que debía disimular para que su novio no me expulsara de su piso. Cada vez que venía el trato que tenía con Marta cambiaba como si fuéramos dos desconocidos y Laura se reía viendo el machismo reinante. Juanjo me trataba con la punta del pie y yo hacía que no me afectaba: “Niño te veo hacer poco en casa y mi princesa no es esclava de nadie”, “Guaperillas no mires tanto con la cara de atontado”, “Menudo señorito eres con tanta foto y tanta mierda no te harás un hombre nunca…”. Juro que más de una vez se me saltaban las lágrimas y me dieron ganas de liarla pero me aguante. Las noches en mi habitación eran un refugio en ese ambiente tenso mientras Laura me sugería que no le echara cuentas. Al dormir tenía que aguantar los cinco minutos de sexo de ellos dos tras la pared. Gemiditos reprimidos y los bufidos de Juanjo que duraban menos que una pompa de jabón. Todas las noches eran iguales cuando estaba él: ambiente tenso, su ración de sexo y la discusión de celos de los dos que retumbaba en la pared de forma insoportable. Una noche yendo al baño el se cruzó en mi camino y me reprochó mis formas de pasearme por la casa. Puedo asegurar que llevaba unos calzoncillos largos y ...