1. Dos primos adolescentes


    Fecha: 14/04/2019, Categorías: Incesto Autor: espineta, Fuente: CuentoRelatos

    Aunque han pasado bastantes años, me acuerdo perfectamente de esta aventura que os contaré y que todavía está viva en mis recuerdos infantiles ya que yo apenas llegaba a los 18 años y era una jovencita inexperta.
    
    Yo vivía en una gran ciudad de la provincia de Ciudad Real. Eran las ferias y fiestas que se celebraban en el mes de agosto y mi primo Manolo había venido a pasar unos días a casa de mis padres. Él vivía en un pueblecito a unos 80 kilómetros de allí... tenía 20 años, algo mayor que yo.
    
    Prácticamente, las fiestas estaban acabadas ya que era el último día y estábamos cansados de tanto ajetreo. Hacia bastante calor, de ese calor pegajoso de la mancha en el mes de agosto y serian sobre las 5 de la tarde. Nos habíamos levantado de una siestecilla que nos había aliviado un poquito el sueño que arrastrábamos desde hacía días debido a las horas tan tardías que nos estábamos acostando y la verdad es que en ese momento reposábamos aburridos sin saber qué hacer en un banco de madera en la parte más fresca de la galería.
    
    Ante la perspectiva de acabar con el aburrimiento del momento, le propuse a mi primo que nos marcháramos con la moto de mi padre. -una vieja guzzi- a El Peral que era una finca situada a 28 k de allí. El aceptó encantado.
    
    Yo iba de paquete y durante el recorrido urbano, iba agarrada a él por la cintura. pero, una vez que salimos a la carretera que nos conducía a nuestro destino, me arrimé lo más que pude a él. Yo noté su cuerpo fuerte y fibroso ...
    ... apretarse y fundirse con el mío y sobre todo le arrimaba bien mis hermosas tetas apretándoselas sobre su espalda para que notara lo duras que las tenía. Conforme íbamos avanzando me frotaba más y más sobre su espalda y de vez en cuando bajaba mis manos por debajo de su cintura para, disimuladamente, palpar su paquete que ya iba, con el calor y semejantes estímulos, la cosa poniéndosele dura, bastante dura.
    
    A la media hora, más o menos, llegábamos a El Peral. Era una finca del ayuntamiento, con hermosos paseos llenos de abetos y de plátanos inmensos. También había un pozo y una fuente de agua agria debido al subsuelo férrico de la zona, y al final de todo estaba una sencilla ermita donde se veneraba a la virgen de la Consolación patrona de la ciudad, cuya fiesta se celebraba en el mes de septiembre con una romería muy típica, con mucha gente, bastante comida, buen vino y mucho cachondeo.
    
    Al final del paraje y una vez que hubimos dejado la moto, nos acomodamos detrás de un seto sobre mullido y fresquito césped. Allí tendidos indolentemente sobre el sedoso suelo verde, mi primo me dijo lo guapa y apetecible que estaba y lo que le apetecía hacerme un trabajito que no olvidaría. Yo también le dije que me gustaba mucho.
    
    Comenzamos a tontear un buen rato con unos ligeros roces y algún que otro pellizco. A esas horas estaba todo desierto y, como no había nadie que nos pudiera ver, le di un sonoro beso en los labios y yo, que no esperaba su reacción, me quedé de piedra ya que sin ...
«123»