Cubriendo las necesidades de una madre
Fecha: 17/04/2019,
Categorías:
Incesto
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... la escuchaba gemir por las noches cuando mi padre estaba fuera, suponía que estaría masturbándose en soledad.
Yo durante aquel tiempo pensaba en cómo solucionar el encargo de mi madre. No era fácil decirle a algún amigo mío “¿Quieres follar a mi madre qué está desesperada por que le echen un polvo?” Era difícil hacer lo que me habían pedido, y seguro que alguno estaría dispuesto, pero qué pensaría de mí con tal proposición… Y qué diría después de ella tras haberlo hecho. Tendría que ser alguien que se comprometiera a guardar silencio y asustarlo con hacerle daño si contaba algo.
Entonces una tarde en que estábamos mi madre y yo solos en casa, llamaron a la puerta. Abrí y me encontré a Juan, un compañero de clase. Venía a pedirme unos apuntes que había perdido. Lo hice entrar para dejárselo y cuando pasamos por el salón, donde mi madre miraba el móvil sentada en el sillón, le hice una señal con la cabeza para indicarle que chaval podría ser un candidato.
- ¡¿Ahora?! – dijo mi madre.
- No, no mamá, ahora no iremos a comprar eso… - tuve que disimular pues ella se pensó qué en ese momento Juan venía a satisfacerla – Este es Juan, compañero de clase…
- ¡Buenas tardes, señora! – le saludó.
- ¡Hola hijo! – mi madre lo miró de arriba abajo como si viera la mercancía que iba a comprar - ¿Estás en la clase de Enrique?
- Sí, he venido ha pedirle unos apuntes que he perdido…
- Muy bien, muy bien. – ella volvió a sentarse - ¡Qué os vaya bien los estudios!
- ...
... ¡Gracias! – contestó él y nos marchamos a la habitación.
Después de un buen rato en la habitación, comprendí que aquel chaval era perfecto. Entre bromas había dicho muchas veces que mi madre le ponía, y era verdad pues cada vez que la veía la miraba de arriba abajo. Además, por lo que yo sabía, era un poco introvertido y no salía mucho, con lo que sólo tendría que controlarlo en la clase. Tras marcharse Juan, volví con mi madre al salón, me senté junto a ella y le hablé.
- ¡¿Qué te parece Juan?! – le dije.
- ¡Me gusta! – sentí qué estaba muy excitada con aquel chaval - ¿Para cuando?
- Espera mamá, aún no le he comentado nada y tengo que ver si aceptará…
- ¡Vale cariño, ya me cuentas! – se marchó a su habitación y pocos minutos después la escuché gemir, sin duda se masturbaba pensando en un futuro próximo.
Todo continuó igual y dos días después de la visita de Juan, volví a hablar con ella.
- Mamá, he hablado con Juan. – le dije y ella corrió a sentarse junto a mí en el sofá.
- ¡Cuéntame, cuéntame! – estaba nerviosa y ansiosa.
- Me ha costado mucho comentarle lo que necesitaba de él. Muchas veces había comentado que tú le gustabas, pero cuando se ha enterado de lo que le pedíamos, se ha puesto nervioso y no quería.
- Pero entonces no lo va a hacer…
- Sí, al final he conseguido convencerlo. Es tímido y no se atrevía. La única condición que me ha pedido es que por favor estés con los ojos vendados y no hablar para no sentirse cohibido. “¡Tiene unos ...