1. La madre, el hijo y la divorciada


    Fecha: 18/04/2019, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: HeadStory, Fuente: CuentoRelatos

    Luego de un día agotador en la clínica, llego a mi departamento con la única intención de relajarme, quito mis zapatos dejándolos en la entrada, mientras veo a mi alrededor, sola porque mi hijo de 18 años le tocaba visitar a su padre que vive en Málaga con su nueva esposa. Me desvisto y pongo una bata, y abro una botella de vino para despegar mi mente recostándome en el balcón. Hace ya casi 2 años que estoy divorciada, y podríamos decir que hace más de 1 año que mi vida sexual no está tan activa como una quisiera, un dildo y un libro erótico son mi compañía en esas largas noches de soledad.
    
    Tomo una ducha, pero sin antes mirarme al espejo, no estaba tan mal a mis 39 años, con estos dotes una pensaría que puede conquistar a cualquier hombre, con unos ojos verde oscuro junto a una pecas que se esparcen en mi rostro, unas tetas grandes no tan firmes dada la maternidad pero cumplen, mientras que un culo mejor que muchas que conozco. Me encontraba bien, iba al gimnasio (soportando las miradas y coqueteos), pero me faltaba emoción.
    
    El día siguiente, hago lo de rutina en la clínica, saludo fingiendo que estaba excelente y que mi vida iba de lo mejor. El jefe siempre se me insinuaba a mi y a las secretarias, con las que más de una vez se habrá acostado. En la azotea en el parking, era normal ver todo tipo de médicos y enfermeras aprovechando su tiempo libre follando sin miedo alguno de ser descubiertos.
    
    Pero allí estaba yo, sentada sin muchas consultas en la mañana, leyendo ...
    ... un libro erótico. Miro al espejo de enfrente, y me voy a ver, andaba con un pantalón de seda ajustado y unas botas, con una blusa color crema que no se lograba ver mucho gracias a la bata blanca. Cierro la puerta con llave y vuelvo a mi asiento, y sigo leyendo el libro, se llamaba “Tía pecaminosa”, a medida que avanzo me excitaba cada vez más imaginando esas morbosas escenas. Bajo mi mano hasta sentir mi braga y froto sobre mi entrepierna, aún con mi pantalón puesto. La escena se volvía cada vez más caliente, sentía como mis senos se endurecen.
    
    En eso suena el teléfono era la cita de las 11, me acomodo la ropa y me preparo para recibirlos. Entra un joven con su padre, los saludo y les invito a sentarse, el padre con un traje que parecía venir del trabajo puesto que a medida que avanzaba la consulta no se salir mientras llamaba. Me quedé hablando con el hijo que ya cumplido 19 años y me contaba que tenía un dolor de estómago.
    
    -Por favor ve a la camilla y recuéstate
    
    El joven que se llamaba Mateo, lo notaba ando nervioso y no me miraba directamente a los ojos. Le pedí que se quitara la camisa, a lo que le ayude con cierta picardía, y para mi sorpresa veo un hermoso abdomen, estaba bien marcado, y lo único que atiné fue a tocarlo con ambas manos fingiendo que buscaba la causa del dolor. Recorrí su piel morena y bien marcada, le fui preguntando donde sentía el dolor me indicaba que era cada vez más abajo, bajé y vi como crecía un bulto en su pantalón, intentaba no mirar ...
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