El cuervo
Fecha: 02/05/2019,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... corrió en un estruendoso orgasmo que le dejó sin fuerzas para tenerse en pié.
Me levanté de nuevo y dejé que extendiera su propio semen por todo mi cuerpo, después nos abrazamos y continuamos besandonos. Nos acercamos a la cama y como si ahora tuviera el doble de fuerzas que antes me cogió en volandas y me tumbó boca arriba debajo de él.
Yo no sabía donde tenía la cabeza; parecía que estábamos volando. Todo mi ser se estremecía al contacto con su piel. Una vez tumbados comenzó a recorrer con su mano todo mi cuerpo. Primero mis pechos, luego mi estómago, el monte de venus, las piernas, los pies, los brazos, la cara.... Parecía que quería con el tacto descubrir cada una de mis facciones. Yo por mi parte me dejaba hacer y le miraba. No habíamos dicho nada, simplemente estábamos juntos. Cuando llegó a la cara de nuevo me besó y comenzó a ponerse sobre mí.
No le había bajado la erección y el paseo por mi cuerpo le había hecho recuperar las fuerzas. Me abrí de piernas para facilitarle la labor y con un interrogante en su mirada, puso la punta en la entrada de mi cueva; yo entonces le atraje hacia mi y comprendió, no hacían falta palabras. Entraba despacio, como saboreando el momento, sintiendo como mis músculos se amoldaban a su aparato. Aquello me pareció una tortura, me pareció que había durado una eternidad cuando tan solo había llevado un minuto hasta que la metió entera. Una vez así comenzó a moverse alante y atrás rítmicamente, cada vez más aprisa, luego despacio, ...
... luego otra vez deprisa... aquello me estaba volviendo loca hasta que estallé en uno de los orgasmos más grandiosos y fuertes de mi vida, jamás ninguno de mis novios consiguió hacerme sentir eso ni antes ni después de aquella noche. Y después de ese primero vinieron tres más, seguidos hasta que con el último nos fuimos los dos acallando nuestros gritos en la garganta del otro.
Después se desplomó sobre la cama a mi lado; le abracé y nos quedamos quietos, descansando del momento, analizando todas las sensaciones que se agolpaban en la cabeza como las olas contra la costa un día de resaca.
Hasta tres veces más repetimos esa noche antes de dormirnos profundamente.
A la mañana siguiente me desperté, pero no estaba él. A mi lado había una rosa blanca y una pluma negra (de cuervo, seguramente), engarzados con un pequeño anillo (que aún me pongo).
Me levanté, me sentía como si hubiera hecho el amor por primera vez (aunque yo sabía que esto no podía ser así). Cuando llegué a la cocina me encontré con la supuesta pareja con la que había venido mi amante nocturno y les pregunté por él. Me dijeron que no tenían ni idea de quien era, que se presentó en la puerta de casa con una invitación y amablemente les indicó (por señas) si podía ir con ellos y como eran gente maja le llevaron, pero después desapareció.
Le busqué por toda la casa y por el jardín y por todos lados, pero ni él ni su chaqueta estaban allí. Me entristecí mucho y pasé varios días llorando por las noches para ...