Le fui infiel a mi novio y lo gocé
Fecha: 04/05/2019,
Categorías:
Infidelidad
Autor: carmenmosqueda, Fuente: RelatosEróticos
... cómo si quieres más, muñequita. Yo sé que quieres más— me dijo.
Mi rajita era ya una gotera, no podía evitarlo.
Le dije tibiamente: —Ya para, por favor—.
Más que una orden parecía una petición para que no dejara de hacerlo. Llevaba ya casi 10 minutos chupándole la verga y debo confesar que lo único que para esos momentos quería era ser poseída por ese hombre. Era inevitable: lo quería dentro de mí.
Sus dedos siguieron con su labor, introdujo uno en mi conchita y yo ya no podía más de placer. Lo metió y sacó duramente por algunos segundos. Luego lo sacó y su mano siguió jugando con mi culo a placer, con el interior de mis muslos y con mis piernas, evidentemente no lo podía hacer con mucha rapidez porque las medias impedían un poco el juego.
—Vaya que estás caliente, bien caliente y mojada.
Yo seguía comiéndole el miembro ferozmente y sin contemplación, además me dedicaba a disfrutar lo que su hábil mano me hacía. Se me escapaban los suspiros y los gestos de placer, gestos que seguro intuía a pesar de no poder verme directo a la cara por mi posición totalmente inclinada de lado.
Daniel sacó su mano de mi intimidad y me ayudó a recuperar la posición. Habían pasado unos 15 minutos desde que empecé a chupar y nunca supe siquiera si alguien pasó o por qué aún no subía a recoger su documento.
—Daniel, ¿seguro que nadie nos vio?—, le pregunté.
—Nadie, bonita. Estuve atento, quizá pasaron dos o tres personas pero ninguna se percató de lo bien que ...
... disfrutaste tu dulce, jajaja.
El muy pendejo ahora hasta se burlaba de mí.
Se acercó otra vez y empezamos a besarnos. Ahora era su mano izquierda la que siguió tocando mis partes íntimas pero por encima de las medias. Con la otra mano, intentó sacarme y chuparme las tetas. Estaba como loco de caliente.
Acercó su boca a mi oído y me dijo:
—Vamos bonita, dime que no mueres por tenerme dentro, mira cómo estoy.
Seguía con el pene de fuera totalmente erecto. Lo volví a masturbar con mis manos y fue entonces que acepté su invitación.
—Está bien, pero nada de esto se lo dirás a nadie Daniel, eh. Lo único que te pido es discreción.
Él asintió con la cabeza, quitó sus manos de mi cuerpo y se apresuró a acomodarse el pantalón.
—Y qué, nunca vas a subir por tu documento. Llevamos ya aquí poco menos de media hora y todavía no vas. Vamos, sube y vámonos a un lugar más privado—, le dije mientras yo también me ajusté el vestido, me subí bien las medias y me acomodé el brassier.
Cuando terminó de arreglarse, el idiota se puso a reír como loco. Más que risa fue carcajada. Por supuesto que me quedé sorprendida y lo volteé a ver.
—Anda ven, no hagas preguntas. Bájate del coche, subirás conmigo.
— ¿Qué? No, yo aquí me quedo. Dijiste que no te tardarías. Aquí te espero.
—Es necesario, ven y ahora te explico.
A regañadientes acepté. Me pinté rápido los labios, me miré en el espejo y fuera de mi pelo un poco esponjado ni se notaba que acababa de mamar verga hace no más ...