Le fui infiel a mi novio y lo gocé
Fecha: 04/05/2019,
Categorías:
Infidelidad
Autor: carmenmosqueda, Fuente: RelatosEróticos
... desconocido!
Me puse los botines otra vez tal como me había dicho y mientras caminaba hacia él le dije:
—Daniel, estamos cogiendo sin condón.
—Jajajajaja, ¿apenas te das cuenta? Por favor.
Empecé a reírme de mi tremenda estupidez. Nuestras risas fueron de cómplices amantes y entonces me dijo:
—Total, si de esto te sale un bebecito tienes a quien culpar, ¿no? No te preocupes, ven.
—Tomo pastillas, por eso no hay ningún problema— le contesté mientras me iba sentando en su verga.
— ¿Así que puedo venirme dentro? La mejor noticia que he recibido en mucho tiempo.
—Adentro o donde mejor te plazca.
Me senté sobre él encima del sillón y de frente a él. Iba a ser yo quien lo iba a cabalgar y quien llevaría el ritmo de la penetración. También era una de mis posiciones favoritas pues es la mujer quien controla el movimiento y además aprovecha para ver de frente al chico en cuestión.
Agarré la punta de su verga para orientarlo a mi entrada, la pasé por mis labios vaginales antes de sentarme sobre ella. Cada centímetro entró lentamente en mi interior. El placer era increíble. Después de unos dos o tres minutos la cadencia era tan rápida que perfectamente era digna de una película porno.
Ahí estaba yo ahora montándome como una prostituta cualquiera con el vestido y mis botines puestos, así que imagino que la escena era súper caliente.
No hablamos por un buen rato pues mientras cabalgaba nuestras bocas se comían y nuestros besos nos impedían dirigir ...
... palabra. De vez en cuando, me separaba a él para mirar su carita de placer, agarraba su pelo y colocaba mis brazos alrededor de su cuello; por supuesto, el ritmo de mi cuerpo no paraba de exprimir su verga y el movimiento de mi cadera de arriba hacia abajo literalmente se “comía” a su pene.
—Eres una diosa, Carmen. Vaya manera de coger.
—Cállate y bésame.
Puse mis dos manos sobre su boca para callarlo y seguí cabalgando hasta que empecé a notar que su respiración se agitaba.
—Ah, ah Carmen, me vengo.
El pobrecito cerró los ojos y yo en ningún momento aflojé el ritmo de mi cabalgada, quería exprimirle hasta la última gota.
—Aaahhhh, Carmen, ah, ah, ah.
Mi amante estaba dejando todo su semen en mí. Sentí un líquido caliente por la zona de mi ingle así que supuse que había terminado. Seguí besándolo en los labios y antes de sacármela y ponerme de pie le susurré al oído:
—Coges bien rico, Daniel.
Me sonrió con la misma sonrisa que me había cautivado meses atrás. Me dijo que tenía tiempo de tomar una ducha si así lo deseaba, que aún era temprano.
Daniel no se bañó, pues seguramente después de dejarme en la escuela podría ir perfectamente a hacerlo a su casa. Yo, por el contrario, tenía una cita y no podía darme el lujo de llegar oliendo a sexo. Agarré la primera toalla que encontré y me fui bañar. Salí, me cambié, acomodé mis medias y mi vestido con tanto esmero como si con ello se borrara la infidelidad que acababa de cometer. Lo que más me costó fue ...