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El Papacito de los Clasificados
Fecha: 05/05/2019, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues
... se detuvo. Cuando iba a preguntar que qué pasó, un dedo se movió en la superficie. Gemí. --Intenta no apretar, virgencito. --Y metió un dedo. Me ardió al principio, al punto de hacerme gritar. Movió su dedo con deleite dentro de mí, mientras yo movía mi cadera como si follara con la cama. --Voy con dos. Y metió otro dedo. Volví a gritar. --Sácalos, porfa. Me duele. --Tranquilo. Ya se te va a pasar. Mientras metía y sacaba sus dedos haciendo masaje a mi prostata, él jueguetó con mi lengua al besarme y después con mi ano. El placer fue demasiado, mas no para hacerme venir. --Estás muy muy apretadito --me dijo, insertando un tercer dedo. --Cógeme, ya. No puedo más. Hazme tuyo, hazme tuyo. --Aún no, mi pana. Espera. --No. Y metió otro dedo. ¡Ya eran cuatro! Quería que ese macho joven me cogiera, me llevara a las nubes y lo sintiese dentro de mí. Se detuvo. Se levantó de la cama y volví mi cabeza a él, viendo cómo se quitó el interior. Su pene ligeramente moreno, saltó bien duro y circuncidiado, con una cabeza roja semejante a un champiñon. Que mal que yo no soy circuncidiado, porque acabaría primero. --Mámalo --me dijo Alejandro, acercando su semental a mi boca. Se la empecé a mamar, y él a frotar y apretarme las nalgas. Me agarró del cabello y me folló la boca. La sacó, respiré y él volvió a meterme su pene en mi boca, hasta el fondo. Mediría unos dieciocho o diecinueve centímetros, pero lo cierto fue que me daba arcadas al tenerla hasta mi garganta. Acto seguido, sin siquiera ...
... dejarme respirar, volvió a follar mi boca. PLASH, me dio una nalgada. Sacó su pene, respiré dos veces, jadeante, y volví a mamársela. Estaba salada por el líquido preseminal y eso me prendía mucho más. --Date la vuelta. Así hice. Miré mi pene cuando él se subía a horcajadas y lo agarraba. --Estás bien mojadito. Sentí pena, pero él hizo caso omiso. Me echó crema en los pectorales y en el abdomen, para masajearme y mamar mi pene. Me retorcía, gemía, movía mis piernas entorno a su cuello y espalda. Él jugueteaba con mi prepucio y mi glande, haciéndome perder la noción del tiempo. Me levantó las piernas y luego la pelvis, dejando mi orificio solo para él. Volvió a darme otro beso negro, para tomar dos almohadas y mantener la posición adecuada. Alejandro me lubricó con vaselina, enfundó su pene con el condón y lo metió lentamente. --¡Aaaaaaaaah! --grité--. ¡Sácalo, sácalo, maldita sea! --¡¡Shuuuu!! Me besó metiendo más su pene. Yo comencé a llorar de dolor, y él me calmaba entre besos y pellizcos en mis tetillas. Una vez dentro, empezó a contonearse, cogiéndome. Se sentía incómodo, pero el placer fue abriéndose camino para hacerme gemir como una puta. --Dame más, más, más. Alejandro, te amo, ah ah ah ah ah ah ah --decía yo, inconscientemente. Él no decía nada, solo aumentaba las embestidas. Ni siquiera gemía, solo jadeaba en silencio. La fina película de aceite se mezclaba con nuestro sudor, extasiados en el más profundo placer. --Ponte en cuatro --me ordenó, sacando su miembro y ...