1. La mujer de mi amigo


    Fecha: 09/05/2019, Categorías: Sexo Interracial Autor: cunegundo, Fuente: CuentoRelatos

    ... que escogió las habitaciones. Había preparado una trampa.
    
    Una noche Juan roncaba y entré en su habitación a oscuras y andando de puntillas. Me acerqué a Sandra y le susurré casi al oído.
    
    -Estás despierta.
    
    -Sí. ¿Por qué?
    
    -Porque quiero que te bajes conmigo.
    
    Ella tardo un rato en responder.
    
    -Pero ¿cómo te atreves?
    
    -Porque lo estás deseando.
    
    -La respuesta es no- me dijo.
    
    Pero estaba convencido de que se moría por follar conmigo.
    
    Bajé a mi habitación y me puse a leer un libro. Estuve casi una hora. Apagué la luz. Fue en ese momento cuando llamaron a la puerta.
    
    -Soy Sandra- dijo una voz.
    
    Abrí y allí estaba ella. Con su belleza de revista.
    
    -¿Qué tal tu vida sexual?- le pregunté.
    
    -Bien. Pero podía mejorar.
    
    Era la primera vez que oía a Sandra hablar de una forma tan clara y directa. Ahora si estaba convencido de que se iba a entregar por completo.
    
    Le metí media mano en la boca y le pregunté que si iba a tirarse todos los pedos vaginales del mundo para tener orgasmos continuados. Afirmó con la cabeza.
    
    Le acaricié el clítoris y le noté dos pedos.
    
    No pude ...
    ... esperar más. Se la metí.
    
    En está ocasión me la follaría de manera muy rápida. Este tipo de follada es agotadora, pero puedo aguantar una media hora. Yo tumbada sobre ella que es como me gusta follar siempre y sobre una cama.
    
    Así lo hice. Comenzaron a venir los pedos y los orgasmos. Fue la primera vez que la oí gritar de placer. Parecía una posesa. Le conté unos 40 orgasmo y se tiró unos 20 pedos vaginales. ¡Era increíble que una mujer pudiese tener tantos orgasmos seguidos!
    
    El caso es que aquella relación me había cautivado. Sentía por Sandra los que antes no había sentido por ninguna mujer. Estaba profundamente enamorado. De su ternura viciosa.
    
    Terminado el verano y ya en Madrid, aproveché un momento en una fiesta en donde estaba mi matrimonio preferido para declararme. Nunca olvidare su respuesta.
    
    -No. Quiero, amo y deseo a mi marido. No me compensa ese placer salvaje que tú me puedes dar.
    
    Me había dejado helado. Era la primera vez que le confesaba a una mujer mi amor. Y había quedado entrampado.
    
    He de decir que tras esta experiencia mi actitud hacia las mujeres ha cambiado.
    
    Saludos. 
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