1. Noche de pasión en Lisboa (XI): Se hace camino al andar


    Fecha: 23/05/2019, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: alfredo1257, Fuente: CuentoRelatos

    ... a cuatro patas. A mí, la humedad ya me chorreaba por los muslos, pero él se dedicó a trabajarme el clítoris y los labios con su lengua. Cuando le pareció que ya estaba bien lubricada para su gusto, me penetró de un viaje y comenzó a darme desde atrás alternando el ritmo lento y cariñoso, con otro más vigoroso y salvaje, al tiempo que me apretaba las tetas y me tiraba de los pezones. En esa posición tuve al menos tres orgasmos seguidos. Yo creí que ya no podría ocurrir mucho más, pero entonces, mientras me penetraba con esa monstruosidad, empezó a meterme de uno en uno, hasta tres dedos juntos en el culo. Cada vez que sumaba un dedo, yo tenía un orgasmo explosivo. De improviso, sacó los tres dedos y cambiando de agujero, me empujó todo su miembro dentro de una tacada. Estuvo sodomizándome un buen rato, y mientras duró, yo fuí encadenando orgasmo tras orgasmo, hasta que él terminó en mi interior. Cuando se despidió de mí, quedé desmadejada sobre la cama recuperándome de la sesión tan brutal de sexo que acababa de tener. Yo nunca lo había hecho analmente. Estoy satisfecha, pero me ha roto el culo y me cuesta sentarme. – Dulce es la venganza aunque sea por mano interpuesta, pienso yo.
    
    Durante la cena cada una de las mujeres tiene un comportamiento distinto. Marta y Paulinha no dejan de observar con extrañeza que les sirvan el plato ya preparado, pues en los restaurantes en Portugal lo que viene a la mesa son fuentes con la comida, sirviéndose cada comensal de lo que le ...
    ... apetece, aunque no sea de lo que ha pedido. Amália tiene una actitud ensoñadora, me gustaría saber qué está pensando. Ana María tiene puesta “la sonrisa”. Le han arrugado las sábanas a gusto debajo de la espalda. Pero no es capaz de mantenerse en la misma postura por más de un par de minutos. Ya no me aguanto más, y sabiendo lo que le ocurre, le pregunto:
    
    - Ana María ¿te encuentras bien? No paras quieta en la silla.
    
    - ¿Eh? Nooo, no. Es que probablemente de tanto andar creo que me he rozado entre los muslos y los tengo irritados. Nada grave en todo caso.
    
    - ¿Seguro que es de andar? El homenaje que te has dado esta tarde no tendrá nada que ver ¿verdad? – Y le sonrío haciendo ver que estoy de broma.
    
    - No, no. A veces tienes unas cosas, cuñado. – Y se le suben los colores mientras dice eso.
    
    Terminamos de cenar, y después de salir a dar una última vuelta y tomar unas copas en una cafetería, volvemos y nos acostamos hasta el día siguiente, en que tomaremos un taxi que nos llevará de vuelta a Valença do Minho.
    
    Esa noche, alguien tuvo que pagar por el favor de los preservativos y el refregado de tetas que me había dado Ana María. Quien pagó lo hizo de lindo gusto, abonando el pago hasta cinco veces, dándole yo el cambio, en dos.
    
    Por la mañana, y fieles a nuestra costumbre, despertamos abrazados, mi pecho contra su espalda y una de mis manos en su pecho, mientras la otra permanecía aprisionada entre sus muslos, cubriendo su sexo, en la variante que habíamos instaurado ...
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