1. El laberinto del placer


    Fecha: 26/05/2019, Categorías: Hetero Autor: pearlnymph, Fuente: RelatosEróticos

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    Esta es la historia de Cándida, una inocente joven estudiante de intercambio que viajó de México a Miami con una maleta llena de sueños y muchas recomendaciones de todos sus profesores, con quienes la chica había sido muy solícita y abnegada. Todos ellos todavía suspiran cuando la recuerdan: tan inocente, con su cuerpo curvilíneo y despampanante, imposible de ignorar incluso bajo las faldas largas y los chalecos anchos que usaban, que la hacían parecer una monja o una mujer de otra época. Sus curvas se hacían notar inevitablemente debajo de toda esa ropa a pesar de ella, y mientras estaba distraída, recibía las descaradas miradas de los hombres que fantaseaban con ella. Una vez, Cándida atrapó al profesor Gutiérrez mirándole los pechos como si estuviera hipnotizado. La pobre chica se puso muy nerviosa, se sonrojó y preguntó: “profesor, ¿le pasa algo?”. Él despertó, se dio cuenta de que se había quedado pegado mirándola y le respondió: “ay, si, lo siento, señorita. Es que estoy muy cansado y cuando estoy así, la vista se me queda fija”.
    
    Cándida era muy aplicada y se había esforzado mucho para conseguir una beca para estudiar; también luchaba por mantenerla, ya que su carrera era muy difícil. Casi no tenía amigos porque pasaba todo el tiempo metida en la biblioteca; además, siempre estaba muy ocupada como ayudante de varias asignaturas. Su excelencia académica hizo que se ganara el repudio, en especial de las chicas, y también porque sus novios deseaban a Cándida ...
    ... aunque lo ocultaran haciéndole la vida imposible. Cándida siempre era víctima de los abusos de sus coetáneos.
    
    En verano, por ejemplo, los chicos le lanzaban bombas de agua. Esa era la estación en que ella, inevitablemente, debía vestir menos ropa, así que las blusas que usaba se le marcaban en los pechos, y sus pezones obviamente se endurecían, lo que ponía a los chicos como locos. Cuando ella iba al baño para secarse, los chicos la espiaban: ella se sacaba toda la ropa y quedaba solo en ropa interior. Intentaba secar las prendas y secarse ella con el secador de manos, lo cual le tomaba mucho tiempo y era prácticamente inútil. Por la ventana, los chicos miraban e incluso había algunos que se masturbaban descaradamente. A ellos esto les provocaba un gran conflicto interno, pues por un lado estaba la presión social que ejercían las otras chicas pero, por otro lado, lo lamentaban por Cándida que se ponía muy triste. A veces ella lloraba de frustración cuando creía que nadie la veía, y ahí los jóvenes sentían un fuerte deseo de ir a consolarla: abrazarla y lamer las lágrimas que caían sobre sus pechos.
    
    Este tipo de cosas hacían que Cándida llegara atrasada a sus clases. Coincidentemente, había una clase a la que siempre la hacían llegar tarde. Era la de la profesora Brígida, una señora muy estricta que no perdonaba las faltas de sus alumnos. Había sido más condescendiente con Cándida por sus notas, pero ahora estaba muy molesta con ella. Un día le dijo lisa y llanamente que ...
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