1. El laberinto del placer


    Fecha: 26/05/2019, Categorías: Hetero Autor: pearlnymph, Fuente: RelatosEróticos

    ... pensaba reprobarla, porque estaba harta de que tuviera tantos retrasos y algunas ausencias. La profesora le preguntó qué pasaba, pero Cándida no quiso delatar a sus compañeros y guardó silencio. Cuando Brígida le dijo que el porcentaje de asistencia no le alcanzaba para pasar el ramo, Cándida se puso a llorar y dijo que estaba dispuesta a hacer cualquier cosa. Cándida siempre tenía miedo de perder su beca y siempre pensaba en sus padres que habían sacrificado tanto para que ella llegara donde estaba, por eso era muy consciente de no cometer ningún error que los deshonrara.
    
    Impacientemente, Brígida hizo que se calmara y le pidió que se pusiera de pie. Cerró la puerta de la sala de clases con llave y apagó las luces. Cándida sintió unas manos deslizándose lentamente por sus pechos, y unos labios pegados en su cuello. La profesora olía el aroma del pelo de la chica. Cándida no se atrevió a moverse ni a decir palabra: se puso a temblar. Brígida solo decía: “tranquila, disfruta, no te va a pasar nada. Vas a ver que después de esto no voy a tener cómo reprobarte”. Como sabía que esto era verdad, a pesar de su conflicto interno, Cándida se dejó. La profesora abrió la blusa de Cándida de un ...
    ... tirón haciendo volar algunos botones, y empezó a pasarle la lengua por el cuello. Luego, introdujo su lengua en la boca de Cándida y la besó con experticia.
    
    No era la primera mujer que besaba a Cándida. Al menos, se consoló a si misma Cándida en su mente, esta profesora no era tan vieja y era muy guapa: también recibía las miradas y estaba en los sueños húmedos de los alumnos. Solo pensó esto por un segundo, pues su moral intervino y la reprendió por su conformismo: están aprovechándose de ti, te están usando con fines sexuales, ¿acaso no tienes ni un respeto por ti misma? Las notas no lo son todo, ¡primero está la integridad!
    
    Alguien tocó la puerta para volver a entrar a clases, y eso salvó a Cándida. Se trató de abotonar la blusa como pudo y se puso de espaldas mientras la profesora abría la puerta. “Estábamos resolviendo unos temas con la señorita Valente, pero ya estamos listas, ¿no es cierto?” dijo la profesora muy normal, sin perder la calma. Cándida salió corriendo al baño, avergonzada y con las lágrimas a punto de brotar de sus ojos.
    
    Se preguntaba por qué le ocurrían siempre ese tipo de cosas. Se sentía débil y sin ningún poder para cambiar lo que ocurría a su alrededor. 
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