UN MOMENTO INESPERADO
Fecha: 10/06/2019,
Categorías:
Voyerismo
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
En agosto de 2014, mi esposa y yo pasábamos unas vacaciones de 8 días en el hotel nudista Desire Pearl, de Puerto Morelos, México.Nos gusta el hotel por su servicio, pero sobre todo por su ambiente lleno de sensualidad en el que –a pesar de que no somos swingers—nos la pasamos constantemente erotizados.
Alina, que en ese entonces tenía 41 años, es una mujer muy bella, de 1.60 de estatura y cuerpo muy estético, tonificado por una impresionante constancia en el gimnasio.Su cabello castaño y ondulado enmarca un rostro armónico que, cuando sonríe, se convierte en un imán ineludible. Es con mucha frecuencia blanco de miradas, sobre todo masculinas, que van desde la respetuosa admiración hasta la más depravada lascivia.
Yo me mantengo en línea y aunque mi cuerpo no es atlético, a mis 54 luzco bastante bien.Estando desnudo me ayudan la longitud y grosor de mi pene circuncidado, completamente depilado,que ha recibido comentarios muy positivos a lo largo de los años.
Llevábamos allí tres días cuando un cliente muy importante para mí, me llamó por la mañana, pidiéndome vernos esa misma tarde, ya que estaría solo tres días por el área (él es español y vive en Barcelona) y quería tratar algunos asuntos personalmente.Como es un buen amigo y nos tenemos mucha confianza, le pregunté si no le incomodaría que nos viéramos en el lobby de mi hotel.Él sabía perfectamente el tipo de establecimiento que era Desire y aceptó de inmediato.Nos citamos a las 4 PM.
Se lo comenté a Alina, ...
... quien dijo que tomaría un masaje a esa hora y así me dejaría tranquilo para mi junta.Me pareció una magnífica idea y reservamos de inmediato.
Poco antes nuestras respectivas citas, tomamos una ducha en nuestra suite, y la acompañé al SPA.Ella, que no gusta de pasearse por todo el hotel completamente desnuda, se cubrió con el más transparente de sus pareos, uno de seda en color azul claro que en mi opinión, lejos de cubrirla, sólo resalta su desnudez.Lo ató con un simple nudo al frente, lo que hacía que se abriera al caminar.Yo, que acostumbro a andar en pelotas por todos lados, por deferencia a mi cliente y porque estaríamos sentados en un sillón, me até un pareo café oscuro a la cintura.
Alina fue recibida por su terapeuta y yo me encaminé al lobby, en donde pedí un café mientras esperaba a Pablo.Al poco, un Whatsapp me advirtió: “vamos con un poco de retraso, llegamos en media hora”.Con que la puntualidad española no era tan estricta, “ahora entiendo la guerra de los cien años”, me dije bromeando para mí mismo.Pero lo que realmente me hizo algo de ruido era el plural de los verbos: “vamos” y “llegamos”. “¿Pues con quién viene?”, me pregunté.
Para hacer un poco de tiempo me fui al jacuzzi, contraviniendo la norma de acudir a esa área solo en pareja.La actividad estaba en su apogeo. Se llevaba los reflectores una rubia de mediana edad y de enormes tetas durísimas que cabalgaba a su marido mientras malabareaba para chupar simultáneamente los pitos erectos de dos hombres ...