SOY PUTA (II): Primer contacto
Fecha: 05/07/2019,
Categorías:
Confesiones
Autor: ekaitza, Fuente: RelatosEróticos
Yo era aún muy jovencita cuando despertó mi líbido, y con once años ya sufrí mis primeros "picores" entre las piernas. Con esa edad aprendí a masturbarme para saciar las repentinas calenturas que me daban, y con doce empecé a tener ganas de experimentar con chicos, pero experimentar de verdad: no me conformaba con "enrollarme", tenía curiosidad de lo que era tocar de verdad una polla, incluso hacer una mamada.
En la escuela había un chico (llamémosle Luis) mayor que yo, que era muy popular. Era bien guapo, jugaba en un importante equipo de fútbol base y además tenía moto, que eso a todas nos volvía locas (qué tontas éramos entonces!). Yo aunque aún era casi "plana", había echado más cadera que el resto de niñas de mi edad, lo que hacía que por detrás mi silueta pareciera unos 4 años mayor de lo que era.
Luis podía irse casi con la chica que él quisiera, y en las de mi edad apenas se fijaba porque él no estaba para jugar a barbies, él jugaba fuerte -palabras suyas- . Así que yo un día que le ví subiéndose en su moto me acerqué a él y le dije que si me daba una vuelta le haría algo que nunca había hecho con las barbies. Para envidia de casi toda la escuela me dio una vuelta en moto y luego me dijo que en dos horas me iba a buscar a mi plaza para llevarme al "escondrijo". Yo imaginé que el escondrijo sería un lugar apartado donde él se llevaba a las chicas para disfrutar de un poco de intimidad, pero no era eso exactamente.
Era un lugar, eso sí. También estaba ...
... apartado, era una cabaña en el monte, grande, bien cuidada y adecuada, ideal para pasar un fin de semana tranquilamente. Pero de intimidad nada. Cuando llegamos ya había otras dos motos aparcadas a la puerta de la cabaña, y cuatro amigos suyos (del equipo de fútbol) esperándonos. A uno de ellos le reconocí porque iba a la misma escuela que nosotros, era compañero de clase de Luis. Le pregunté qué estaba pasando y me dijo que tenía dos opciones. La primera era dejarme hacer y chuparles la polla a los cinco, y a cambio ellos me darían placer y no dirían nada a nadie. La segunda era negarme, con lo cual ellos contarían mentiras y ganaría una fama que no podría quitarme jamás. Si el "qué dirán" por desgracia tiene demasiada importancia, en un peligroso cóctel explosivo social como es una escuela a esas edades pues más todavía. Así que accedí, me llevaron hacia adentro y me hicieron quitar la ropa.
Yo ya estaba desnuda frente a los cinco, que estaban sentados en dos sofás (3 y 2), se habían sacado las pollas y ya se estaban tocando. Las pollas eran más grandes de lo que imaginaba, pero no tanto como en la película porno que una vez había visto a escondidas de mis padres. Jugaron una mano a los chinos -o sea, se echaron los turnos a suertes- y los que estaban en el sofá de dos (uno de ellos era el compañero de clase de Luis, Pedro) se levantaron y se recrearon sobándome el culo y babeándome el cuello. Me empezó a picar y a humedecerme entre las piernas y mi respiración se entrecortaba ...