El síndrome del oso panda (9)
Fecha: 22/06/2017,
Categorías:
Sexo en Grupo
Autor: Vero_y_Dany, Fuente: xHamster
... montan los cuatro de vez en cuando, ya sabéis.—¿Cómo son vuestros amigos? —quiso saber Vero.—Algo más jóvenes que nosotros —respondió Sandra—. Pero si tu pregunta tiene que ver con el físico, pues los dos que conocemos son como pornostars, no sé si me explico…La compra consistió en queso para hacer una fondue, (el día anterior había sobrado suficiente lomo de buey, que solo había que cortar en trocitos) entrantes a base de queso, jamón y lomo embuchado, una caja de langostinos cocidos, y pastelitos para acompañar al café. A pesar de mi insistencia, Jorge no me dejó pagar la mitad, como era mi intención.Después, nos sentamos los cuatro en una terraza. Ellos se zamparon dos raciones de churros; nosotros ya habíamos desayunado, por lo que únicamente tomamos café.—¡A ver, pitonisa! —me dirigía a Sandra—. ¿Has acertado esta vez, o pensabas que no vendríamos?Ella sonrió sobre su taza.—Pues no las tenía todas conmigo, no creas —replicó—. Es que ayer… A ver si encuentro las palabras. El sexo en compañía para nosotros es un juego, pero vosotros teníais cara de estar haciendo algo trascendente, no sé si prohibido.—¡Joder!, es que era la primera vez. Tú me contaste que en las mismas circunstancias estabas deseando que te tragara la tierra —le recordé.—¡Jajajaja! Tienes razón —convino.—Pues hoy, hay que “soltarse” —intervino Jorge—. No sé los otros dos, pero para nuestros amigos, es la cosa más natural del mundo. De manera que… ¡a jugar! Sin reservas ni malos rollos. ¿Podrás? —preguntó ...
... dirigiéndose a Vero, que enrojeció ligeramente.—Creo que conseguiré “meterme en situación” —afirmó.Bueno, yo estaba buscando un momento a solas con Vero para preguntarle si le apetecía continuar adelante, pero Jorge y ella me lo habían ahorrado. Por mi parte, me daba un poco de reparo, porque una cosa es el intercambio con nuestros amigos, algo por lo que ya habíamos pasado el día anterior, y otra muy diferente que hubiera dos parejas más. Aunque la idea me había causado una erección.Cuando volvimos no eran aún las doce y media, y Jorge había dicho de las otras dos parejas que “a saber cuándo aparecerían”. Pero aquel era el día de la puntualidad al parecer. Y es que, cuando llegamos a la casa, los otros cuatro estaban sentados en el suelo, a la sombra de un pino que había junto a la puerta de entrada de la casa de Jorge y Sandra.Me quedé como si me hubiera dado un aire. ¿Algo más jóvenes que nosotros? Las chicas no parecían tener más de dieciocho, y sus compañeros tres o cuatro más a lo sumo.Enseguida me fijé en una de ellas: cabellos cortitos negros y lacios, ojos del mismo color de sus cabellos, y un rostro muy gracioso con la nariz ligeramente respingona, que le daba un aspecto de malicia. Llevaba un vestido suelto sujeto con dos tirantes, de falda cortísima, y en la posición en la que estaba, se podía apreciar la estrecha cinta de un tanga negro que tapaba apenas lo justito de su coño. No llevaba sujetador, y cuando se inclinó para ponerse en pie, sus dos tetitas tiesas me ...