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Los demonios de Yahir, capitulo 5, Raúl
Fecha: 15/07/2019, Categorías: Gays Autor: Diosdelagua, Fuente: SexoSinTabues
Detesto la vida del campo, siempre lo hice y nunca me sentiré mal al respecto. Cuando era niño, mi abuelo solía llevarme con él de paseo a los campos que él tenía y a pesar de que me gustaba pasar tiempo con él, aquello jamás fue de mi agrado, la vida del campo simplemente no es lo mío, sin embargo, uno puede divertirse mucho con las cosas que se encuentran por ahí. Aún estaba en mis 16 amaneceres (no encontré otra manera de decir años) puedo decir que es la época que más extraño y en la que más me divertí, a veces me gustaría poder charlar con mi yo del pasado porque había algo en aquel pequeño Yahir que era más fuerte y astuto que el que soy ahora, puedo decir que si me tuviese enfrente me abrazaría y luego me golpearía repetidas veces. Esto sucedió en el mes de Diciembre, aunque mis padres y yo nos llevamos bien, las navidades se habían tornado monótonas y un tanto aburridas, ya no teníamos a esa parte de la familia que nos visitaba y que de cierta manera creaban un ambiente más ameno. En ocasiones nos reuníamos con los vecinos o amigos de mis padres pero como podrán saber, no era lo mismo. Por esa razón, decidimos visitar a mi abuela. — Te pareces tanto a tu abuelo ¿Cómo decía siempre? Tú siempre lo recuerdas— Dijo mi abuela mientras me abrazaba— “Si quieres conocer a Inés vive con ella un mes” (Dicho mexicano que hace referencia a que solo con el diario vivir se conoce a una persona)— Dije con una sonrisa— Te aprendiste todos los dichos de tu abuelo, tendrás que ...
... escribírmelos porque yo no. Y era cierto, mi abuelo tenía un refrán o un dicho para todo y fue algo que aprendí de él pero que casi no uso ya que no muchos pueden entenderlos, sin embargo, en ese viaje no me molestó usarlos en lo absoluto. Aquella tarde, frente a mí desfiló un hombro, uno que cumplía todas mis expectativas, uno que siempre estuvo en mis sueños más perversos y sádicos, uno que siempre quise tener entre mis brazos y que siempre quise que me hiciera experimentar aquellas sensaciones que eran para mí quizá prohibidas pero también tan anheladas. — Buenas tardes- Dijo ese sensual hombre refiriéndose a mi abuela, la había saludado dejándome con la boca abierta pues mi abuela lo conocía, de pronto al levantar mi mirada y verlo antes de que se alejara podría jurar que me guiño un ojos aunque por el reflejo del sol no podía ver por lo que no estaba completamente seguro Chaleco de mezclilla abierto que dejaba ver su velludo y musculoso torso, la vida del campo le había dado un cuerpo exquisito, sus brazos enormes, su cabello rizado y algo largo, su sombrero, su rostro, sus sombrero, todo, era el hombre que provocaría los instintos más salvajes no solo en mujer, sino también en hombres. Debía conocerlo, debía ser mío. Se llamaba Raúl, mi abuela lo había confirmado, un hombre así solo podía tener un nombre así. Esa noche lo conocí mientras mi abuela nos presentaba, era curioso, cada vez que veía a Raúl me ponía erecto, quería tocar su pecho, besar su vientre, besar sus labios, ...