1. El fetiche de mis bragas olorosas


    Fecha: 24/07/2019, Categorías: Transexuales Autor: chicapervertida, Fuente: CuentoRelatos

    ... nos visitaría ese día; pero no fue sino hasta un par de meses luego que lo volví a ver.
    
    Llegó una tarde de verano con una pesada maleta y un enorme oso de peluche de regalo para mí. Entonces supe que se quedaría un tiempo en casa; noticia que me colmó de alegría. Verán, él era la persona más dulce del mundo conmigo, la que mejor me trataba, la que más se preocupaba por mí, por mis cosas, incluso más que mis propios padres.
    
    Sin embargo el seguía distante. Evitaba quedarse a solas conmigo. Yo lo buscaba por las tarde y con descaro le decía «¡Anda tío, bésame los pies!». Él se negó un par de veces, pero con mi persistencia poco a poco fue cediendo y volvimos a recuperar la confianza que antes teníamos. Todas las tardes después del cole veía tv a su lado. Yo me tendía sobre el sofá y él hacia el resto. Me descalzaba, me daba un masaje en mis piecitos, olía mis calcetines y luego me los quitaba y muy lentamente comenzaba a besar mis pies por todas partes, para pasar luego a lamerlos. Así estábamos un rato hasta que él se ponía de pie y siempre se excusaba diciendo: «ya vuelvo, voy a hacer una llamada» y luego se encerraba en el baño durante unos minutos. Yo le seguía los pasos e intentaba espiarlo, pero no lograba enterarme de nada. Luego él regresaba y continuábamos el resto de la tarde con normalidad.
    
    Un día cualquiera salí del cole más temprano de lo normal, así que regresé a casa a una hora no habitual. Constaté que el coche de mis padres no estaba aparcado en el ...
    ... frente, lo que significaba que aún no habían vuelto del trabajo. Entré a casa y supuse que estaría sola hasta que ellos llegaran o llegara mi tío Alejandro, mas no le di importancia alguna. Dejé mi mochila en el diván de la entrada y me encaminé directo a mi habitación. Cuando tomé el pasillo noté que la puerta estaba abierta y aquello me causó intriga pues acostumbraba a dejarla cerrada en las mañanas, cuando todos salíamos de casa; así que caminé sigilosamente y cuando llegue al umbral de la puerta me topé con la sorpresa de encontrar a mi tío Alejandro tumbado sobre mi cama en la mismísima circunstancia en que hacía unos minutos había encontrado a mi cuñado tanto años después.
    
    No os podéis imaginar el impacto que aquella visión causó en mí. Allí estaba él, tumbado con los ojos cerrados y sosteniendo con su mano mi braga diminuta mientras la olía. Con la otra sostenía su pene erecto, haciendo movimientos vertiginosos de arriba abajo. Esa fue la primera vez que vi un pene y, como corresponde, a un hombre cascándose una paja.
    
    -¡Tío! –Llamé con voz baja- ¿qué haces?
    
    Su sobresalto fue aún mayor. Dio un brinco que lo tumbo de la cama directo al piso. Nerviosamente pudo abrocharse pantalón y arreglarse la camisa.
    
    -¡Sajar! ¡Hola! – tartamudeaba- ¡ehh, ehh, estaba tomando una siesta!-, mintió con nerviosismo.
    
    -Tío, pero ¿por qué estabas oliendo mis bragas sucias?- le pregunté sorprendida.
    
    Él se sintió descubierto y no pudo responder mi pregunta. Me miro con unos ojos ...
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