1. El fetiche de mis bragas olorosas


    Fecha: 24/07/2019, Categorías: Transexuales Autor: chicapervertida, Fuente: CuentoRelatos

    ... aspavientos, con su mano izquierda sosteniendo la braga que había quitado al llegar a casa, y mientras la olía arrobado con la mano derecha se estaba estrujando la polla salvajemente. Yo me quedé pasmada. De la impresión no pude decir nada y pasados unos minutos decidí toser para advertirle mi presencia.
    
    Al verme mi cuñado entro en colapso. De un tirón se puso de pie y rápidamente se guardó la polla.
    
    -¡Cuñada qué vergüenza! –exclamó nervioso sobremanera-, pensé que estaba solo en casa.
    
    Yo simplemente lo miraba sorprendida, sin saber que decir.
    
    -¡No tengo cómo pedirte disculpas, me siento fatal, por favor perdóname! –Decía el pobre intentando enmendar la situación-. Mi hermano me dejó las llaves para que pasara a buscar unos documentos que me había dejado sobre la mesa del comedor y cuando entre y vi tus bragas en el piso, y al no percibir a nadie en casa, no pude contener la tentación de… bueno… -hesitaba avergonzado-, bueno, olerlas y pues nada, luego de que me las llevé a la nariz ya no pude contenerme.
    
    Yo seguía impávida. Observándolo mientras se excusaba.
    
    -¡Te ruego no le cuentes esto a mi hermano! ¡Va a pensar que soy un fetichista pervertido!, ¡te juro que es la primera vez que hago esto!, ¡bueno, con tus bragas quiero decir!, ¡joder, no, que torpe soy, ya lo había hecho antes con otras bragas, pero no con las tuyas…! ¡Ya la estoy liando de más! -concluyó.
    
    -¡Cálmate! -Le respondí-, no te preocupes, de verdad, no le contaré nada a tu ...
    ... hermano.
    
    -¡Ya! –Exclamó con alivio-, gracias, pero tampoco quiero que pienses que soy un enfermo. ¡Qué vergüenza! –volvió a decir con evidente congoja.
    
    -No eres ningún enfermo –le dije sonriéndole con conmiseración-, de hecho es muy común que los hombres hagan este tipo de cosas. En realidad no es la primera vez que sorprendo a un hombre oliendo mis bragas-, concluí.
    
    Así era. Hacía muchos años atrás había descubierto a otro hombre oliendo mis bragas mientras se masturbaba; así que la situación removió fibras muy profundas de mi pasado y aquello me causó una profunda conmoción.
    
    -Siéntate – le dije a mi cuñado-, voy a servir unas copas de vino y nos fumamos algo para aligerarnos un poco de lo que ha pasado.
    
    -¡Joder Sajar, eres la mejor!-, exclamó agradecido.
    
    Yo me dirigí a la cocina a servir el vino y a buscar el cenicero como si nada, pero en mi interior iba consternada. Estaba trastocada por el florecimiento del recuerdo y mientras tomaba las copas y destapaba la botella, mi mente me transportó a la época en que mi tío Alejandro se mudó a vivir una temporada con nuestra familia.
    
    Después de lo que sucedió en aquel viaje a la playa -el que os conté en mi relato anterior-, mi tío Alejandro intentó alejarse de mí, marcando distancia. Yo sabía que estaba avergonzado de su reacción y que evitaba estar a solas conmigo. Sin embargo yo seguía prendada de él. A todas partes que iba lo pensaba intensamente. Llegaba del colegio a casa y le preguntaba a mi madre si el tío Alejandro ...
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