Por una mirada
Fecha: 28/07/2019,
Categorías:
Erotismo y Amor
Autor: Bitacorardiente, Fuente: CuentoRelatos
... mordió los labios y soltó un gemido. De pronto un pito perfora mi oído.
-¡JÓVENES! Este no es un espacio público no un hotel. Por favor, les voy a pedir que se retiren.
Claudia se puso muy roja de vergüenza.
-Ya, está bien. Ya nos íbamos.
La cogí de la mano y con paso ligero nos fuimos del parque. Al doblar la esquina, nos besamos de nuevo. Ya podía más. Tenía que estar encima de ella.
-¿Quieres ir a un cuarto?
-Sí, por favor- me respondió casi de forma automática.
Con una sonrisa de oreja a oreja paré un taxi y sin preguntarle por la dirección ni el precio nos subimos y le dije que nos llevara al hotel más cercano. Antes de pisar el acelerador yo ya estaba devorando a Claudia con mis labios.
-Estoy mojada- me dice susurrando- coge mi muñeca y la lleva debajo de su falda. Su ropa interior estaba bastante húmeda. Me excito de sobremanera. Y empiezo a mover mis dedos. Ella no aguanta y se va directo a succionarme el cuello. Quería arrancarle la ropa de una sola vez.
-Ocho soles, amigo.- interrumpió el taxista luego de frenar en seco. Le pagué y de la mano la lleve a la puerta del hotel que tenía un cartel de neón que decía “Eiffel” en letras moradas con fondo negro.
Entramos agarrados de la mano, pedí una habitación, me dieron las llaves y un control remoto. El cuarto estaba ordenado y bien iluminado pero no le pude prestar más atención porque Claudia había empezado a besarme, pasando sus dedos por encima de mis pantalones, sintiendo mi pene que ...
... estaba duro. Levantó su pierna derecha y la enroscó en mi cintura. La cargué y la recosté en la cama. Le arranqué la blusa, no llevaba sostén. Sus senos eran naturales y perfectos. Enterré mi nariz en ellos y empecé a besarlos uno por uno. Sus pezones rosados estaban erectos y cuando me atreví a pasar la punta de la lengua por uno de ellos, ella se retuerce de placer. Me quito el pantalón con mucha prisa. Meto mis manos por debajo de su falda y le quito el calzón con angustia. Levanto sus piernas. Cojo mi pene que para entonces estaba más grueso que nunca. Mi glande roza con su coñito que estaba empapado. Entra a la primera, despacio, por completo hasta la base del tronco. Ella da un suspiro larguísimo. Me tiene agarrado de la espalda. Se la clavó con fuerza. Se muerde los labios y gime por dentro. Ahora tiene las manos en mi cuello y me mira a los ojos. No necesitaba pedírmelo, me rogaban no parar. Lo hice más rápido. El placer se apoderó de mi cuerpo entero y la cogí de la cintura, la penetraba con mucha fuerza. Mis testículos chocaban con sus nalgas.
-Qué rico, no pares, qué rico. Me encanta.- Alzaba su pelvis al mismo tiempo que gemía muy fuerte.
Saqué mi pene y eyaculé en sus pechos, su cuello y cerca de su boca. Me sentí demasiado satisfecho.
Me recosté a su lado, estaba como una pluma. Ella estaba recostada de lado, mirándome con esos ojos que me cautivaron desde el primer momento, hace una o dos horas. No lo sé. Ni me importaba. Posó su brazo por encima de mi ...