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Luis, Jacobo y un verano 10 Arriesgando
Fecha: 29/07/2019, Categorías: Gays Autor: Alvaro-L-de-H, Fuente: SexoSinTabues
El tiempo transcurre para todos muy rápido, también para la gente joven es así. La impaciencia nos domina queriendo que todo suceda deprisa y cuando ha pasado es como si el tiempo no hubiera existido, lo quemamos con nuestra intranquilidad alborotada. Así nos sucedía a nosotros, nos aburríamos un rato y habían pasado días. En uno de esos momentos de hastío y sin saber en qué entretenernos, comenzamos a recorrer las dependencias de la hacienda, habíamos fumado nuestro cigarro disfrutado de las imágenes de chicos que veíamos en las viejas y usadas revistas, de masturbarnos unos a otros, de pasar un buen rato en definitiva, pero nuestra energía y temeridad nos impelía a nuevos retos. Cuando se sale del patio central, por el arco de acceso trasero, a la izquierda del enorme magnolio, siguiendo la línea de la casa y que arrancaba a unos metros de los enormes sillares de piedra de la esquina, comenzaba un muro de piedra de unos cinco o seis metros de altura. Sube en inclinación hasta que queda llano y vuelve a iniciar la bajada hasta el suelo, sirve de contención de tierra que por alguna excavación habían hecho, por la otra parte apenas tenía la altura de dos metros. Las piedras estaban manchadas de un fuerte color ocre más suave en los laterales. A finales de Septiembre o primeros de Octubre, cuando recogían la uva colocaban el molino que trituraría los racimos en este lugar, así como la centrifugadora que disparaba los residuos con gran fuerza estrellándolos contra el muro. ...
... Ahí nos habíamos encaramado, haciendo equilibrios, extendiendo nuestros brazos como si fuéramos aviones o molinos y voláramos, corríamos uno detrás de otro cada vez más rápido y al llega al final de muro y recorrer sus treinta metros, dábamos la vuelta y hacíamos el camino contrario. Fue como una aparición ver surgir al abuelo de la sombra del patio y quedarse de pie, mirando hacia el horizonte más allá de donde nos encontrábamos, creo que le vimos a la vez porque así fue como aterrizamos al saltar por la parte más baja del muro. Asomamos las cabezas para ver como se dirigía hacia la ranchera de Rufo que llegaba en ese momento conducida por Julio. Hablaron un momento, el abuelo apuntó con su bastón hacia el muro donde nos escondíamos y Rufo asentía a lo que él le indicaba. Luego Rufo hablaba con Julio que movía su cabeza dando su conformidad a lo que le transmitía su tío. El abuelo volvió sobre sus pasos y se metió de nuevo en el patio, un suspiro de alivio se nos escapó a los tres, no nos había visto subidos sobre el muro. Bajamos para encontrarnos con Julio y después de los saludos, le pedimos que nos acompañara en la piscina, pero no acepto. -Mañana tengo que recogeros por orden del señor y llevaros a la monta que habrá antes del mediodía. – nos asombró el que el abuelo nos buscara entretenimientos y más siendo de ese tipo cuando no le gustaba que lo presenciáramos, o por lo menos así era antes. Quedamos con Julio en que vendría a por nosotros sobre las diez de la mañana, ...