1. Al calor del sol


    Fecha: 31/07/2019, Categorías: Hetero Autor: Safo_Nita, Fuente: CuentoRelatos

    ... inmutado. Pero de repente, paró de hablar, sonrió, y me dijo:
    
    ―Como siga así se te va a poner todo… ―señaló con el índice a mi grueso rabo.
    
    ―¡Qué le voy a hacer! Estando al lado de una mujer como tú, es imposible controlarlo.
    
    ―Ya veo. Pero es que con esos movimientos, me distrae. Me corta el discurso.
    
    ―No le hagas caso. Ya se calmará ―sentencié.
    
    ―Lo dudo mucho ―dijo entre risas―. ¡Habría que hacer algo! ¿No crees?
    
    Entonces, sin previo aviso, estiró su brazo y me lo agarró con la mano. Tiró de la piel hacia atrás con suavidad y dejó que el glande asomase libre. Estaba rojo y brillante, además de húmedo. Sólo lo vi un momento antes de que se lo metiera en la boca. Se agachó sobre mí y yo aproveché para acariciar sus nalgas.
    
    La playa estaba como en las primeras eras de la humanidad. Delante tenía toda la inmensidad del mar. Algunos pájaros, gaviotas creo, surcaban el cielo. A mi izquierda, tan lejos que apenas lo distinguía, había una sombrilla roja inclinada. A la derecha, nuestra propia sombrilla me ocultaba la larga lengua de arena.
    
    Cerré los ojos y me dispuse a disfrutar. No lo hacía mal, o al menos le ponía mucho interés. Tanto, que estuvo a punto de hacer que me corriera en su boca. Por suerte reaccioné a tiempo y tiré de ella hacia atrás. Me miró sin comprender y yo le expliqué que fuera con más calma, o todo terminaría antes incluso de empezar.
    
    No me hizo mucho caso. Enseguida se tumbó sobre mí y me cubrió de besos el rostro. Luego nuestras ...
    ... bocas se juntaron. Besaba con demasiada fiereza y precipitación. La pobre, o llevaba mucho tiempo sin aliviarse, o realmente se sentía febrilmente atraída por mí. Lo primero parecía evidente, lo segundo no lo podía descartar.
    
    Al fin conseguí que me dejara respirar. Ella se sentó sobre mi vientre. Acaricié sus pechos, que habían ganado en firmeza. Con un movimiento ágil y rápido despegó su cadera y agarró mi verga para introducírsela en su sexo.
    
    ―Espera ―le dije― tengo unos preservativos en el bolso.
    
    ―Deja, no hace falta. No estoy en los días fértiles. Podemos jugar cuanto queramos.
    
    ―Bueno, lo decía también por la higiene.
    
    ―Oye, que soy una chica limpia y sana. Más razones tendría yo para dudar de ti. A saber a cuántas les has metido esta porra rebelde.
    
    ―No a tantas como crees ―mentí algo ruborizado―. Soy muy selectivo. Llevo unos meses que no me como nada, ni un simple bollo relleno.
    
    ―Cuando mientes frunces el labio, ¿lo sabías?
    
    No, no lo sabía. Al principio pensé que se estaba burlando de mí; luego, mucho más tarde, supe que lo decía en serio. Decidí obviar el asunto y concentrarme en lo que estaba haciendo. De lo que se trataba era de disfrutar al máximo.
    
    La verdad es que no puedo recordar con precisión la secuencia completa de lo que hicimos. Sé que cabalgó sobre mí durante un buen rato; que luego se echó sobre su toalla y yo le separé las piernas y me eché encima para metérsela hasta el fondo. Ella estuvo también a cuatro patas, y más tarde volvió ...
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