1. Al calor del sol


    Fecha: 31/07/2019, Categorías: Hetero Autor: Safo_Nita, Fuente: CuentoRelatos

    ... a tragarse mi verga, cuando empezaba a perder turgencia. Probamos otras tres o cuatro posturas más. La besé por todas partes y finalmente me corrí con profusión en su interior. Acabé agotado, satisfecho y feliz.
    
    Pero la tarde no había hecho más que comenzar. Después de darnos un largo baño en el mar que nos dejó limpios y frescos, nos tumbamos juntos, con nuestros cuerpos entretejidos. Hubo más caricias, más besos. Liria volvió a llevar el peso de la conversación.
    
    Antes de que pasara una hora estábamos retozando de nuevo sobre la arena. Sólo que en ésta ocasión nos lo tomamos con más calma. Ella me lamía despacio y me chupaba el glande como si fuera un helado. A mí me tocaba acariciarla por todas partes, estrechar y separar sus nalgas entre mis manos, y meterme entre sus piernas para limpiar de sal los labios de su sexo.
    
    No sé cuantas veces se corrió ella, porque en eso del sexo, no era de esas que gemía o se contorsionaba como una serpiente. En cambio, la veía muy alegre, y eso me reconfortaba. Yo me corrí dos veces más. Una en el fondo de su estrecha y cálida vagina; la otra en su boca, por deseo expreso suyo. Ella suspiró complacida, a mi lado. Yo me quedé muerto.
    
    Más tarde volvimos a la orilla. El sol comenzaba a ponerse sobre el mar. La playa estaba prácticamente desierta. Creo que eran cerca de las ocho y media. Con el agua a la altura de las rodillas, que subía dos palmos por efecto de las olas, nos limpiamos mutuamente. Ella lavó y quitó las arenas de ...
    ... mi pene, que había quedado reducido a una sombra. Yo limpié los pliegues carnosos de su sexo; y ¡qué cálido lo tenía!
    
    Entre nosotros había surgido una intimidad, y una confianza, similar a la que adquieren las parejas que llevan varios meses juntos. Creo que había una alta conexión, una buena armonía entre los dos. La lástima era que cada uno tenía que seguir con su vida.
    
    Media hora más tarde nos marchamos juntos.
    
    Pero la historia no termina aquí...
    
    Como decía al principio, la gloria la suelen alcanzar los que se arriesgan, los valientes. Para los cobardes sólo queda el olvido; ellos mueren mil veces, cada vez que renuncian a luchar por aquello que desean. Es cierto, pero también decía que hay otra máxima que la acompaña, y es ésta: quien a hierro mata, a hierro muere.
    
    A mediados de diciembre, recibí una llamada de Liria. Me sobresalté al escuchar su voz, pues no recordaba haberle dado mi número de teléfono; aunque sí mi dirección. No había vuelto a tener noticias de ella. Me dijo que tenía que verme, que estaba en la ciudad. Yo acepté encantado. Quedamos en un bar cercano a mi trabajo.
    
    Nada más llegar me costó reconocerla. ¡Llevaba tanta ropa encima! Además, había engordado un poco; sus mofletes eran más carnosos. Me senté frente a ella y enseguida la noté tensa y distante. Parecía estar muy disgustada y, al mismo tiempo, esperanzada o inquieta. Temí que, como otras, se hubiera enamorado perdidamente de mí, que me quisiera sólo para ella. Pero yo no estaba ...
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