1. Le afeité los huevos a papá


    Fecha: 02/08/2019, Categorías: Incesto Autor: Rosetta, Fuente: CuentoRelatos

    ... un hombre rendido al placer que yo le daba. Lo justo era que él me correspondiera, y así se lo dije, entre susurros, entre lengüetazo y lengüetazo.
    
    La respuesta fue la esperada pues noté cómo su mano derecha se introducía por la cinturilla de mi pantaloncito corto de pijama. Acomodé mi cuerpo para facilitarle la entrada, procurando que sus dedos terminaran en el lugar deseado. Primero rozó el clítoris con uno de ellos, el corazón, el más largo y diestro de todos, y lo frotó durante unos minutos gloriosos, para terminar forzando mi entrada vaginal con ese y otro que lo acompañó, por si uno solo no bastaba.
    
    Con la boca le agradecía el inmenso placer que me proporcionaba, totalmente entregada a un peligroso juego incestuoso de consecuencias imprevisibles cuando ambos volviéramos a la realidad, cuando recapacitáramos una vez terminado todo y… ¡Bah!, preferí no pensar en eso, no amargarme el momento con disquisiciones imprecisas.
    
    Después de todo no me resultó tan difícil, más que nada porque el orgasmo llamaba a las puertas y llegaba violento, como un torrente de montaña que anegó las entrañas antes de terminar fluyendo por los muslos, sintiéndome totalmente relajada, desinhibida, una gatita hambrienta de leche.
    
    Así seguí lamiendo, besando y succionando el biberón que saciaría mi sed, el esperma caliente que me devolvería la vida colmada de dicha. Puede que mis palabras resulten exageradas conociendo los antecedentes, pero lo cierto es que había más, algo que mi ...
    ... subconsciente había mantenido en silencio dos años, desde aquel día estando de vacaciones en el chalet de mis tíos, cuando él salió de la piscina como vino al mundo, con la verga colgando entre las piernas, pensando que todos estábamos de paseo, sin saber que yo había regresado a por mi teléfono olvidado. Obviamente no sentí deseo entonces, pero sí una sana curiosidad por entender lo que sería tener algo así dentro de la boca, como lo tenía ahora.
    
    Estos deseos despertaron algo más: impaciencia, prisa por terminar lo que había empezado de mala gana, arrepentida de ello y dispuesta a dar lo mejor de mí para procurar a papá un recuerdo inolvidable. Mi lengua reaccionó entonces, y mis labios, y mis dientes que rozaban suavemente la piel, ayudada de la mano que subía y bajaba frenética, así durante unos pocos minutos, hasta que dos chorros calientes chocaron contra el paladar, inundándome la boca, rebosando por la comisura de los labios mientras me esforzaba en extraer la última gota de néctar.
    
    Por su parte, mi padre gemía cuando no bramaba de placer, moviendo la cabeza de un lado a otro, acostada sobre la almohada, haciendo gestos extraños con el rostro, como si estuviera estreñido. No me cabía la menor duda de que era goce, de que mi boca y mano le había llevado al clímax, y me sentía muy feliz por ello, totalmente realizada como mujer y no tanto como hija pues, a pesar de todo, la culpabilidad oprimía mi pecho una vez hube terminado de succionar y tragar lo que buenamente pude. ...
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