1. La esclavita Luz y sus dos Amos


    Fecha: 10/08/2019, Categorías: Incesto Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos

    ... justa. Yo sujetaba mi miembro con una mano, para retirarlo cada tanto de la boca y ofrecerlo a la lengua de la sumisa, que me lo recorría todo, desde la base hasta la cúspide. Por momentos yo se lo pasaba por la cara, y ella entonces lo buscaba a ciegas, ansiosa por volver a tenerlo. Semioculta por el pañuelo, su carita mostraba en su expresión el intenso goce que estaba sintiendo.
    
    Yo no quería terminar aún, de modo que de pronto le dije:
    
    -Bueno, sumisa Sol, basta de esto por ahora. Lo hiciste muy bien y ahora vas a repetirlo con el Amo Pedro. -Gracias, Amo Eduardo... -dijo ella entre fuertes jadeos que denotaban su excitación. -Gracias por estar contento de cómo lo hizo esta humilde sumisa...
    
    Pedro había dejado de azotarla y me interesó ver cómo estaba esa colita después del castigo. Lucía hermosa, con esas marcas rosadas que el látigo había dejado en ambas redondeces. Guardé mi miembro, tomé la regla de madera y comencé a azotarla en la cola con ese instrumento tan efectivo para tal menester, mientras ella, con el miembro del Amo Pedro en la boca, corcoveaba un poco a cada golpe y emitía gemidos ahogados sin dejar de chupar y lamer.
    
    Al cabo de veinte reglazos las deliciosas nalguitas de Luz estaban considerablemente enrojecidas y entonces le propuse al Amo Pedro que hiciéramos una pausa para beber una copa servidos por nuestra esclava.
    
    Él estuvo de acuerdo, retiró el pene de la boca de la sumisa y le quitó el pañuelo:
    
    -Parate, sumisa Luz. -le ...
    ... ordenó.
    
    Luz se puso de pie y adoptó la posición correcta ante sus Amos: cabeza gacha, piernas juntas y manos atrás.
    
    Pedro dijo que iba a tomar una copita de Tía María. Yo preferí cognac.
    
    -¿Vos querés tomar algo, sumisa Luz? -le pregunté.
    
    -Sí, Amo Eduardo, si ustedes me autorizan quisiera tomar Tía María... -murmuró.
    
    -Por mi parte no hay inconveniente. -y consulté al Amo Pedro con la mirada.
    
    -Estás autorizada. -dijo él.
    
    -Gracias, Amos... –murmuró Luz. Entonces le ordenamos que trajera las bebidas.
    
    Cuando volvió y hubo servido las tres copas, le dije mientras encendía un cigarrillo:
    
    -Vas a beber como debe hacerlo una esclava cuando está ante sus Amos. Arrodillada, sumisa Luz.
    
    -Muy bien. –aprobó Pedro. Luz tomó su copita y se arrodilló frente a nosotros apoyando luego la cola en los talones. Era la imagen misma de la sumisión, y se lo dije:
    
    -Gracias, Amo Eduardo... -me contestó sin alzar la cabeza. -Me siento honrada de servir a mis Amos...
    
    -Deberíamos llevarla a la cama. -me propuso el Amo Pedro.
    
    -En eso estaba pensando. -coincidí, y le ordené a nuestra esclava que se pusiera en cuatro patas.
    
    -Al dormitorio, perrita Luz... vamos. -le dije mientras tomaba algunas cuerdas y el pañuelo de seda.
    
    Ya en el dormitorio la dejamos llegar hasta el borde de la cama y ella se quedó allí, inmóvil. Como sumisa sabía que no debía hacer nada que no le fuera ordenado, y se abstuvo de subir a la cama.
    
    El Amo Pedro le ordenó que lamiera su mano, y Luz lo hizo de ...
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