1. Mis inicios, el tío.


    Fecha: 11/08/2019, Categorías: Gays Autor: Ernesta, Fuente: SexoSinTabues

    ... rosadito y lindo, eso sí, no puedo negarlo, se veía delicioso para mí, un gay pasivo sin mucha experiencia, creo que el hoyito se me apretaba de solo pensar que podría ser penetrado por esa carne tan rica que se ponía a mi disposición de manera tan sorpresiva. “Si vamos a culiar, tenemos que hacerlo rápido, no sea que nos pillen aquí” me dijo, entonces saqué mis pantalones y calzoncillos, ahí entendí que la banca larga era para yo acostarme boca abajo sobre ella, él se bajó su ropa y comenzó a tocarme el culito, “rico, casi como el de una mina”, lo notaba muy excitado, me asustaba un poco, “ya te culiaron ¿cierto?”, con vergüenza le dije que sí, “uffffffffffffff, como debieron disfrutar esos chutos tu poto rico, te gastai la mansa raja”, ya no podía más de mi calentura, se montó sobre mí, mientras sus manos separaban mis nalgas para que su pico pudiera ubicar sin problemas mi ano, el que seguía apretándose esperando que lo volvieran a abrir con un tronquito como ese, logró penetrarme sin mayores problemas, su pene entraba haciendo notar su presencia, me dolía un poco el culo, pero nada que no pudiera tolerar, puso sus manos en mi cintura y comenzó a moverse, a ratos besaba mi cuello o pasaba la lengua por alguna parte superior de la espalda, su pene era delicioso, lo sentía apretadito dentro de mi culo, sentía como podía subir y bajar, como mi trasero estaba seco tenía la sensación de estar pegado con ...
    ... ese chuto tan rico, comenzó poco a poco a moverse mucho más rápido, no había cariño ni preocupación por lo que pudiera sentir, él quería eyacular lo más pronto posible, le interesaba eso y que no nos descubrieran, yo mordía mis labios intentando no quejarme, entre miedo de ser descubiertos y gozo por sentirlo moverse sobre mí, uf, era una situación indescriptible, nada más hermoso para una mujer como yo, sentir que un macho como Mario me deseaba y se movía intensamente, no para darme placer, seguramente para él era obvio que yo también lo disfrutara, pero no era su forma de bombear, era su sola presencia sobre mí lo que me aturdía de placer, sentir rozar ese pene en el interior de mi hoyito me calentaba de sobremanera, entonces el gimió y su cuerpo se contrajo, fue ahí cuando eyaculó, se dejó caer sobre mi espalda, estuvo unos dos minutos y luego se levantó con una velocidad asombrosa, sin decir nada subió su ropa y salió de la bodeguita, yo me demoré un poco más, sentía mi ano palpitar, pasé mis dedos buscando alguna gota de semen, algo que poder oler o saborear, un tesoro pequeño que pudiera ser recompensa para mí. Con Mario nunca más lo hicimos, por bastante tiempo me esquivó, aunque nunca lo busqué, tampoco le insinué algo que pudiera justificar su actitud, solo lo dejé ser, hasta que se convirtió en un recuerdo para mí, no el mejor recuerdo, pero uno que de vez en cuando aflora con cierta ternura. 
«12»