Don Braulio me monta
Fecha: 25/08/2019,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: lulatransex, Fuente: CuentoRelatos
Mi nombre es Lourdes, mis amigos me dicen Lula, soy una chica transex de 32 años y les voy a relatar lo que me sucedió el año pasado en mi barrio. Resulta que a dos casas de donde vivo hay un taller en donde trabaja un hombre. Su nombre es Don Braulio y es un hombre grande, fornido y morocho, tendría unos 45 años. La verdad me calienta mucho cuando lo veo. Bueno, el taller está en una esquina donde esta también la parada del colectivo, el cual siempre tomo para ir a mis clases de aerobics y eso me "obliga" a ir todos los días en ropa muy sugestiva.
Todos los días para ir a mis clases me visto con calzas muy ajustadas, sin ninguna arruguita en la lycra, como una segunda piel, pues así me gusta. En la parte de arriba si no hace mucho frio, alguna remera ajustada que me marcan bien mi delantera. Bueno, hablando del año pasado todas las tardes salía de mi casa con esta ropita y mi mochila algunas veces y llegaba a la parada. La puerta enorme del taller justo daba hacia la parada y hacia mi presencia por lo cual mientras Don Braulio trabajaba, creo que algo de metales, junto a otro compañero de seguro me observaba de arriba abajo, en especial mi colita al estar de espaldas. Hablando de eso, mi cola es mi mas preciado orgullo, para mi y "otros" es lo mas lindo que tengo. Yo nunca volteaba para ver si me observaban. Me gustaba esa sensación y el misterio. Yo solo imaginaba que si lo hacían y con eso me era suficiente.
Bueno, resulta que hablando con una amiga del barrio que ...
... vivía una cuadra más allá de una u otra cosa le comente sobre el taller y me dijo que ese tal Braulio era peligroso, que había estado en prisión, etc. Pero lo que más me llamo la atención fue que Nadia me dijo un apodo que muy pocos sabían. Le decían "Abre Culos". Wooow, y yo que se lo había estado mostrando descaradamente embutido en mis calzas ajustadas. Ese comentario de mi amiga me dejo perpleja y con algo de miedo. Pero algo me hacía seguir con este "jueguito", la intriga, la calentura y el morbo me taladraban la cabeza. Además Don Braulio me gustaba y la decisión fue que debía seguir, ver hasta donde llegaría todo esto. Es más, estaba pensando en hacer algunas pequeñas provocaciones pues la suma de ese apodo más mi perfecta colita y las calzas no eran pura coincidencia, me entienden, era el destino, ¿no creen?
Pues así empezó, recuerdo que algunos días mientras esperaba el colectivo, siempre de espaldas al taller, me inclinaba hacia delante sin flexionar las rodillas, sacando la colita hacia fuera disimulando atarme los cordones de las zapatillas o acomodarme las polainas que están muy de moda hoy. Otra cosa por ejemplo era hacerme la distraída y tocarme los muslos o la cola deslizándola sobre la suave tela de lycra. Todo esto siempre sin voltear, imaginando como me estaría observando Don Braulio y tal vez su compañero.
Así fue pasando algunos días hasta que llego el día de lo sucedido. Recuerdo que ese día, un martes, las clases se harían un poco más tarde, casi al ...