1. Matilda, guerrero del espacio (capitulo 10)


    Fecha: 31/08/2019, Categorías: Sexo con Maduras Autor: calvito, Fuente: CuentoRelatos

    ... abrirnos paso con las armas?
    
    —Negativo. Sin control de tiro dispararíamos a ciegas, —Neerlhix guardo silencio unos segundos y añadió—. Además, hay cierto patrón de control inteligente sobre esos ingenios, por eso nos han cortado la retirada.
    
    Matilda se aproximó a la consola de Ushlas y por la espalda se inclinó sobre ella para hablarla al oído, mientras con el índice de la mano la acariciaba el borde de la azulada oreja.
    
    —Como me vuelvas a decir un refrán de tu planeta, te tapo la boca con un esparadrapo una semana, —la dijo mientras su hermano la miraba con los ojos como platos. Después, dirigiéndose a todos los presentes dijo—. Señores, señoras, estoy totalmente abierta a sugerencias: soy todo oídos.
    
    —Podemos salir fuera con los trajes de combate en ambiente y destruirlos a mano, —sugirió la Princesa que acababa de llegar—. Podemos utilizar lanzadores portátiles de misiles.
    
    —¿Cuántas minas tenemos al frente? —preguntó Matilda.
    
    —Es difícil saberlo, pero más de mil, —respondió Moxi.
    
    —Nada, nada, descartado, además las hijas de puta se mueven.
    
    —Y además son invisibles, —apuntó Neerlhix.
    
    —Si no se movieran, podríamos mandar un pulso con los deflectores principales, —dijo Daq pensativo—. Crearíamos una especie de ola que empujaría las minas.
    
    —Bien, vamos a pensar en la…
    
    —Capitán, contacto en los sensores de corto, —la interrumpió Moxi—. Una nave pequeña se aproxima a nosotros por nuestra proa.
    
    —Rápido Moxi, haz más barridos de ultrasonidos ...
    ... para saber por donde entra.
    
    —Reanudando barridos, —exclamó Moxi y unos segundos después añadió—. Las minas se apartan delante de la nave y se cierran a su paso.
    
    —¡Mierda!
    
    La nave desconocida siguió aproximándose lentamente hasta que finalmente quedo inmóvil a escasos doscientos metros de la proa del Tharsis. Parecía una pulga frente a una ballena.
    
    —Envía saludos en todas las frecuencias, —ordenó Matilda mientras intentaba estudiar la exótica nave. Tenía una configuración extraña, o por lo menos fuera de lo lógico en una astronave. Sus formas eran redondeadas creando huecos incomprensibles a lo largo del casco, rodeados por unas espirales que le daban un aspecto estrafalario. Cuatro largos brazos, dos a cada lado, sujetaban unos grandes paneles solares que refulgían fantasmagóricos bajo la luz de las estrellas—. Está claro que no es una nave de guerra… creo.
    
    —Mi señora, no contestan a ninguno de nuestros mensajes, —Moxi seguía accionando controles infructuosamente.
    
    Durante un par de horas, la nave extraña siguió inmóvil y en silencio. Matilda, sentada, tamborileaba impaciente con los dedos sobre el brazo de su sillón de mando.
    
    —«¡Atención! ¡Atención!» —una áspera voz de oyó por la megafonía del puente—. «Han entrado sin autorización en zona del Imperio de Pétara. Sus naves serán confiscadas, y los tripulantes apresados. Cualquier intento de resistencia provocara una respuesta contundente de los sistemas de defensa imperiales».
    
    Todos los tripulantes del ...
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