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Matilda, guerrero del espacio (capitulo 10)
Fecha: 31/08/2019, Categorías: Sexo con Maduras Autor: calvito, Fuente: CuentoRelatos
... debían ser instalaciones gubernamentales. El resto de la ciudad se extendía a su alrededor con construcciones de no más de dos plantas, de calidad muy inferior a los edificios principales y de aspecto precario. —Me da la impresión de que estos cabrones se encontraron por casualidad con toda esta tecnología, —comentó la Princesa mientras completaban el aterrizaje—. Aprendieron a usarla, pero no son capaces de desarrollarla. —Si, pero con lo que saben nos pueden destrozar. —Así es. Salieron del transbordador, armadas solo con sus espadas. Los guardias intentaron desarmarlos, pero se negaron y amenazaron con volver a la nave. Finalmente, y después de cachearlas para comprobar que no llevaban armas de fuego, las escoltaron por un largo corredor hasta el gran salón del trono. Este era de piedra, de talla tosca, aunque eso si enorme. Sentado en él, un hombre bastante pequeño, casi un enano sin llegar a serlo, ataviado con un uniforme blanco lleno de adornos dorados y condecoraciones que le cubrían la mitad izquierda del pecho. A sus pies, tiradas en el suelo dos mujeres desnudas, una de ellas claramente embarazada, e inmovilizadas como las que subieron a la Tharsis, pero de color normal para un humano caucásico. De sus collares metálicos salían sendas cadenas que terminaban en su mano cómo si fueran mascotas. A su derecha, detrás de él, un macho de una especie desconocida, permanecía de pie. Estaba desnudo, y llevaba una mascara metálica que le tapaba totalmente la ...
... cara. Unos grilletes sujetaban sus muñecas a una correa que le rodeaba la cintura. Su descomunal pene, estaba atravesado por pasadores metálicos a modo de remaches que, en erección, sin lugar a dudas le causarian unos dolores terribles. —Soy el pretor imperial de Pétara, y todo lo que entra en mis dominios es mío. —Saludo humildemente al pretor imperial de Pétara, —comenzó a hablar Matilda con toda la diplomacia de la que era capaz, controlando la repugnancia que sentía hacia el personajillo que tenía delante y la puesta en escena que le rodeaba—. Somos conscientes de nuestro error, y pedimos disculpas. Nuestra presencia aquí, se debe… —¡No me interesa a que se debe tu presencia aquí! —la cortó gritando el pretor—. Tus naves serán confiscadas y los tripulantes serán mis esclavos. En cuanto a vosotras, pasareis a formar parte de mi harén, —y mirando a la Princesa con lascivia, añadió—. Nunca he tenido una concubina azul. La Princesa permaneció impertérrita mirando fijamente al pretor mientras mentalmente imploraba que Matilda la dejara cortarle la cabeza. —¿Por qué siguen teniendo esas espadas? —preguntó a los guardias. El que los mandaba, se acercó a Súm para quitárselas, pero en rápido movimiento, desenvaino y le corto el brazo de un tajo, mientras el resto de los guardias se abalanzaban sobre ella. Matilda, desenvainando a Eskaldár, activo su escudo de energía y se interpuso ante la Princesa protegiéndola. —Bueno, bueno, tranquilos todos, —exclamó el pretor ...