1. Saga Infiltrado: El Objetivo


    Fecha: 03/09/2019, Categorías: Incesto Autor: NenaJoven, Fuente: SexoSinTabues

    Tanya preguntó en la recepción por la habitación que tenía reservada. El conserje le tendió la tarjeta y con un cordial saludo se despidió de ella. Le tendió la mano a su hijita Daniela y fueron juntas hacia el ascensor. Tanya, miraba nerviosa a su alrededor, buscando a alguien, buscando conectar con una mirada especial, pero no la encontró allí. Entraron en la habitación y le dijo a su hija que mientras preparaba todo, podría darse una duchita para quitarse el cansancio del viaje y prepararse para salir a dar un paseo. Tanya era una madre soltera, de 25 años. Ella se consideraba una chica normalita, del montón, pero la mayoría de los chicos no pensaba lo mismo. Es cierto que no tenía un cuerpo perfecto, pero era de esas chicas atractivas, de las que hoy en día llaman fofi buenas y que arrancan los suspiros de más de un chico que quisiera fallársela salvajemente y correrse en esa cara tan bonita y esos ojos tan verdes. Pero Tanya tenía unos gustos… un poco diferentes. Por eso estaba allí. Mientas abría maletas, observaba como su pequeña Daniela de 8 años se desvestía. Ella era totalmente diferente. Menuda, morena, con la cara salpicada de pecas y unos ojos grandes y azules. Ella era su debilidad. Miraba sin perder detalle cómo se quitaba el suéter y la camiseta interior, dejando al desnudo sus diminutos pechos. Le había visto hacer aquello mil veces, pero no podía evitar verlo una vez más. Seguidamente, Daniela se quitó la faldita dejando al descubierto sus blancas braguitas ...
    ... con dibujitos de lunas que finalmente terminó de quitarse para meterse en la ducha. Su madre, recogió las braguitas del suelo y se las acercó a la nariz. Aquel olor… No había nada igual. Volvió a inhalar aquel aroma y no pudo evitar el mojarse. Sonrojada, acelero sus manos para terminar de desempaquetarlo todo. En el momento en que terminaba de sacar todo y guardarlo, se acercó hasta la ducha para poder mirar a Daniela, cómo el agua se deslizaba por su cuerpecito, como sus manitas se quitaba el jabón restante y, tal y como la había enseñado ella, sus deditos desaparecían en su apretado coñito y en la rajita de su culito. No pudo sopórtalo más. Cogió su móvil y entrando en internet, comprobó de nuevo si podía ser el lugar adecuado y acto seguido colocó la ropita de su hija sobre la cama. Cuando Daniela salió de la ducha, se acercó a ella toalla en mano y empezó a secarla. Como ya era habitual, cuando llegaba a su cintura, por debajo de la toalla colocaba su mano desnuda, para poder tocar, para poder disfrutar de forma directa de las nalgas, el culete y la vaginita de su hija. Daniela, ya acostumbrada y tomándolo como algo habitual, tan solo se dejaba hacer, dando pequeños gemidos de placer cuando su madre exploraba sus zonas delicadas. Vistió a su hija. Comenzó por colocarle unas braguitas nuevas de hello kytti, unos calcetines blancos, una faldita de cuadros y un suéter. Todo era nuevo, pero en aquella ocasión la falda era deliberadamente corta y podían verse las braguitas de ...
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