La lasciva vida de una maestra de escuela (Parte 2)
Fecha: 05/09/2019,
Categorías:
Hetero
Autor: Trovo Décimo, Fuente: CuentoRelatos
... pero rara vez se lograba dicha reunión. Cuando finalmente pudo salir del salón, Ana bajó apresuradamente y no lo encontró.
Algo decepcionada se dirigió al área de la piscina en la parte posterior del edificio, y a lo lejos lo divisó y alzó su mano. Ramón estaba guardando sus herramientas y ya se había cambiado. Le hizo señas para que se acercara.
-“Siempre podrás decir que me conoces, que me estás pidiendo un trabajo o algo así”, le susurró Ramón. “Así, tus amistades que nos vean no creo que sospechen, además tú estás hermosa y yo me conservo aun en forma”, agregó.
-“Eduardo saldrá el sábado a pescar con sus amigos. Ahora solo tengo a Alberto soltero en casa que seguramente saldrá, no tengo nietos que cuidar”, le dijo ella.
– “¿Ya eres abuela?”, preguntó Ramón.
–“Si”, contestó Ana. “Tengo dos nietos y una nieta”.
-“Pues eres la abuela más sabrosa que jamás he visto”, le dijo Ramón. Ana sonrió.
– “¿Sigues viviendo en el mismo sitio?” Preguntó Ramón.
-“No”, contestó ella. “Esta es mi nueva dirección”, al tiempo que le dio un papel con su número de móvil.
Por prudencia y cuidado, Ana no lo besó en la despedida. Ramón le aseguró que estaría el sábado a las 10 en su casa para “visitarla”… Ambos coincidieron que había mucho de qué hablar, y lo invitó incluso a comer con ella. Anduvo unos pasos, Ana se detuvo… tímidamente se volvió y le preguntó a Ramón, -“¡¿Todavía se te pone dura?!”.
Ramón se rio. –“Digamos que rara vez me falla, pero casi siempre ...
... hace un buen papel todavía”, le aseguró.
– “¿Cuántos años tienes Ramón?” Preguntó ella.
– “Voy para los 65”, le contestó orgullosamente. “Le cuesta arrancar pero cuando se empalma se pone fuerte y de un recio muy sabroso como ya conoces…”, dijo haciendo un gesto con su brazo y cerrando el puño en signo de fortaleza.
–“Pues Eduardo tiene 60 y no se le empalma muy bien que digamos desde hace mucho”, confesó ella.
-“Pobre de ti”, contestó el. “Dile que ya perdida la suya, te compre una verga de goma”, le dijo riéndose.
-“¡Acaso crees que no la tengo…! Te veo pasado mañana. ¿Sabrás llegar?” preguntó Ana.
-“Veré la manera. Tú cuenta conmigo y con tu orgasmo”, le aseguró Ramón.
Se dirigió a la entrada y llegó Eduardo por ella. Ramón los vio alejarse, tomó sus cosas y se dirigió a la parada del bus al otro lado del boulevard.
Casi a las 10 en punto de la mañana, Ramón llegó al nuevo domicilio de Ana y Eduardo. Ana sabía bien que por ningún motivo Ramón rechazaría la invitación a su casa para tener una larga conversación y después quedarse a comer, y quizá tal vez, algo más. No hacía mucho calor, el clima era soleado y agradable. Ana se vistió con unos leggings deportivos grises muy ajustados, que dejaban entrever su aún atractiva figura y hacer que sus kilos de más le dieran una apariencia de un pasado agraciado. Era verdad que se hallaba un poco rellenita, pero esos kilos le daba la forma a su silueta, por la que todo hombre pierde sus cabales…, su cara un poco ...