1. EN UN MUNDO SALVAJE


    Fecha: 13/09/2019, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    ... del capitán del barco; la cama de ellos, el propio Juan se la fabricó, con largueros y demás de la misma madera con que construyeran su casa, tomados del barco los colchones, sustituyendo la original paja, mugrienta ya, por hojas frescas de la selva. Hasta de armas se proveyeron, machetes largos en unos sesenta centímetros, anchos, de un solo filo, pero muy cortante, y cuchillos. Incluso concibió Juan una lanza, a base de adaptar a un bichero (3) un cuchillo de unos cuarenta centímetros de hoja. Así fue transcurriendo su vida, plácida, serena, descansada, pues hasta resultó que sus nuevas ocupaciones, cazar, pescar, recolectar frutos, eran mucho más tranquilas, livianas, que las pretéritas labores agrarias, en la que forjaran sus cuerpos, sus mentes y almas, arando la tierra, segando, vendimiando y recogiendo aceituna, esto, bajo los fríos del Noviembre extremeño, aquello, bajo el abrasador calor del estío pacense, la estepa de Badajoz; incluso, disponiendo de un tiempo libre antes, para ellos, desconocido, pues un día de caza, pesca o recolección de frutos, era comida para tres, cuatro días, por lo que con “trabajar” eso, uno de cada cuatro o cinco días, les resultaba más que suficiente para cubrir sus exiguas necesidades allí. También descubrieron otra cosa, el placer del agua, la playa, algo enteramente nuevo para ellos, gentes de secano, del interior extremeño, donde el mar no se puede concebir, con lo que su vista, su disfrute, les causó enorme impresión, convirtiéndose ...
    ... enseguida en su principal entretenimiento lo de andar triscando por la playa, disfrutando de su agua, hasta nadando, que en no tanto tiempo, de estar casi todo el día zascandileando por la playa, corriendo, tirándose en plancha y demás, aprendieron a nadar casi como peces Sí, de tal guisa discurría la vida de los tres, hasta que tan idílico, inefable, panorama empezó a agrietarse. Fue unos diez años después de arribar a aquella isla, su nuevo hogar, el nuevo terruño, cuando Yago fue dejando de ser el niño que era para ir trocándose, poco a poco, día a día, mes a mes, en hombre joven casi con toda la barba ya. Un entre adolescente y “macho joven” de la especie humana, listo como el hambre, osado y atrevido, hecho a afrontar situaciones, en sí, peligrosas, muy peligrosas a veces, como el ataque del gran leopardo africano, rey emperador de la selva tropical isleña, o el peligroso jabalí salvaje de la misma floresta, el hilochero, con sus, normales, trescientos kilos, (el europeo, el más común, oscila entre 70-90 kg. , pudiendo alcanzar, máximo, 150), resultado de la educación que, desde sus once-doce años, le inculcara, transmitiera su padre, que a tal edad, más menos, le tomó bajo su tutela, iniciándole en los secretos de la caza y la pesca, que él, Juan, aprendiera y desarrollara en la dura escuela de la diaria lucha contra ese entorno hostil que les rodeaba, la Naturaleza salvaje, con sus asechanzas y peligros constantes, en una inacabable pelea, a brazo partido, contra ese ...
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