1. LA CASA DE LAS PERVERSIONES 3


    Fecha: 17/09/2019, Categorías: Hetero Autor: Hansolcer, Fuente: SexoSinTabues

    Cada vez que mis verga le entraba hasta lo más profundo de su chocho, podía escuchar aquel gemido intenso que me decía cuánto le estaba haciendo sentir comerse 17 cm de buena polla. Su respiración entrecortada, su frágil cuerpo moviéndose tratando de seguir el ritmo de la cogida que estaba recibiendo. Sus piernas totalmente abiertas en V, ella abajo yo arriba, entre sus piernas, en aquella improvisada “tienda de campaña” hecha con ramas y algún plástico. Afuera podía ver a Miguel, mi cuñado. Parado viendo hacia la calle, adentro yo dándole con todas mis ganas a aquella chica que todavía no estaba seguro de saber quien era en realidad. Baja de estatura, tetas apenas en nacimiento. Un chochito carnoso y sin vellos aun. Su piel suave, de niña. Nalgas en formación, sabía que me estaba merendando un verdadero bizcocho aunque no era yo el primero. Aquella vulva era claro que había probado verga muchas veces antes. Una y otra vez le penetraba aquella ardiente cueva, jugosa y que tanto placer me daba coger. Los quejidos apagados de su boca eran el viagra del macho que sabe que su hembra está gozando de lindo, que disfruta que la claven, que le gusta sentir como le tocan hasta los intestinos. Mmmmm mmmmm mmmmm mmmmm es todo cuanto sale de su boca. Son mas de 15 minutos los que llevamos cogiendo como animales, la sensación de que voy a acabar me hace querer cambiar de posición. Le saco mi manguera y mientras la beso en la boca la giro un poco. Ella inmediatamente se da cuenta que ahora ...
    ... le toca de torito. Se coloca de rodillas y manos en aquel viejo colchón que nos sirve de petate para follar, yo me acomodo detrás suyo agarrado a sus caderas y sin más le empuje los 17 cm hasta que no quedo nada fuera, un prolongado pujido se le escapo de su boca, aún en la oscuridad pude saber que aquella chica había enterrado su cabeza entre la sabana y el colchón. La imagine mordiendo algo, intentando no delatar lo que verdaderamente hacíamos en una noche de acampada. El aire corría como niño juguetón en las ramas del viejo árbol de mango, ese a cuyo pie estábamos. Aquel a donde noche tras noche se iban los amigos de mi otro cuñado. Era el confidente de sus charlas y porque no hasta de sus secretos, entre los que no podía faltar el sexo. Porque en el mes y medio que llevaba de novio con Ester, había descubierto que los García en cuanto a ese particular eran muy abiertos. La oscuridad era casi total adentro de la tienda de campaña donde estábamos. Nos habíamos ido al fondo, en un principio para no ser obvios puesto que Miguel, mi cuñado tan sólo estaba a un par de metros de la entrada. El momento cumbre había llegado, mi desconocida acompañante se movía al ritmo de mis embestidas sin dejar de emitir aquellos grititos de placer que no podían pasar desapercibidos por Miguel allá afuera. Yo igual resoplaba cansado y con aquella electricidad recorriendo mi cuerpo. El pene lo tenía duro, tieso y adormecido. Las venas a punto de explotar, mis huevos columpiándose rítmicamente en ...
«12»