Mi buena e infiel esposa
Fecha: 20/09/2019,
Categorías:
Intercambios
Autor: garrote2373, Fuente: RelatosEróticos
Las cosas con mi esposa se había complicado días después de hacer un trío con una amiga de ella muy bonita, con enormes senos. Con ella pegamos onda en la cama enseguida pero mi mujer, sin darme cuenta, estaba bastante incómoda; y no porque no le gustara tener sexo con una mujer sino por lo bien que la estaba pasando. Fue así que pasaban los días y discutíamos permanentemente.
-¿La pasaste bien con esa puta, no? -me increpó
-Pero si fue tu idea hacer un trío con Diana. -le respondí.
-¿Te gustaría verme pasándola bien con un tipo?
-Pero... si querés hacemos un trío con un hombre. ¡Entre dos te damos masita! -dije tratando de tomar coraje porque la idea no me gustaba.
-No me desagrada la idea...
Así fue que una noche de calor arreglamos con un hombre que nos recomendaron una pareja amiga swinger para enfiestar a mi esposa. El era Diego, un hombre alto como yo aunque más atlético, de unos 40 años.
Lo recibí, nos saludamos y esperamos en el living a que mi esposa se prepare para la ocasión. Al entrar al living casi me desmayo, estaba radiante y sensual. Vestida tan solo con lencería sexy blanca, medias con ligas del mismo color, zapatos con tacos altísimos, bien maquillada y cubierta con un camisón pequeño semi transparente. Su sola imagen excitaba. Tragué saliva cuando Diego la besó apasionadamente con un beso de lengua prolongado.
Ella nos sirvió una copa de champagne, brindamos, bebimos un sorbo y nos besó a los dos; con la salvedad que se detuvo más ...
... tiempo en ese extraño. Nos pidió que nos desnudáramos como si fuéramos strippers con movimientos lentos y prolongados. Nunca tuve complejos con mi tamaño del pene, mis 20x6 nunca me dejaron mal parados, pero lo que vi de ese tipo acomplejaría a cualquiera. Diego, aparte de tener un cuerpo de adonis, portaba un pene de 28x8, visiblemente más grande que el mío y algo más grueso.
Los ojos de mi esposa brillaban como le brillarían a un niño en una juguetería; se acercó a nosotros y nos empezó a chupar nuestros penes como una profesional. Diego la tomaba de la cabeza y no la dejaba alejarse mientras mi esposa a duras penas podía con ese miembro. Cuando se ocupaba de ese pene, ella me masturbaba el mío y viceversa.
-Mi amor, no te enojes, quiero que me penetre solo el pene de Diego, del tuyo me ocupo yo.
No llegué a responderle nada que me empujó al sillón y se agachó para seguir chupando mi pene mientras Diego le quitó la diminuta tanga y empezó a chuparle la conchita jugosa.
Ella gemía enloquecida interrumpiendo por momentos la mamada a mi pene, sus gritos hacían estragos ya en mi machismo reventado que tengo.
-Pajeate mi amor!!!! Ay...ay...ay...!!!! Hacete la paja!!!!
A esta altura, si quería que me sienta mal lo estaba logrando, pero lo triste es que no tenía ninguna intención, solo la estaba pasando de maravilla con aquel hombre.
Diego se puso un preservativo y, de a poco, empezó a penetrar la vagina con mucha paciencia y lentitud. Mi mujer puso un gesto ...