1. ESTOY COMPARTIENDO A MI ESPOSA 2


    Fecha: 20/09/2019, Categorías: Intercambios Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... firmemente de mi mano.
    
    Después de tomar unas copas de vino, reparé en la presencia de un hombre muy elegante que nos miraba con insinuante interés; el cual después de hacer un además de saludo, se acercó; después de un rato, a nuestra mesa.
    
    El hombre en mención era muy alto y apuesto, de mirada decidida pero tierna, que después de depositar un beso en la mejilla de Isabel, la dejó a ella convertida en un mar de nervios.
    
    Antonio -que así se llamaba este seductor-, no perdió tiempo, y se dedicó a atender a Isabel con toda clase de delicadas impertinencias y halagos, que agradaron y asustaron cada ves más a su inocente víctima. Isabel sabiendo las calurosas consecuencias que este trato podía tener para ella, quiso rehuirlo; pero le fue imposible, pues un ardor y una humedad en su vagina, le hiso ver que en realidad le gustaba, y deseaba estar cerca de él.
    
    Yo, sin darme cuenta, empecé a disfrutar el delicioso acto de encantamiento que ese hombre fue desarrollando para conquistar a mi esposa. Ella reía, y por momentos se la veía cercana y hechizada por él, pero luego se ponía seria, e inútilmente procuraba alejarse, pues regresaba a mirarlo; como ilusionada, en tanto que al mirarme, volvía a adoptar una suave actitud, entre prudente y formal. Yo pensaba: “Que hermosa se la ve, y que vulnerable se la siente, dan ganas de caerle encima y…culiarla”
    
    Muy alegres y excitados, salimos los tres del bar. Y antes que pueda meditarlo, ya estábamos en la casa, instalándonos ...
    ... cómodamente con unas copas de Sirac. Ella, con una mirada entre ardiente y temerosa, se negó a beber, sentándose en medio de los dos.
    
    Apenas nos sentamos los tres, empezó a fluir una intensa tensión erótica, que fue creciendo cada vez más. Solo se oía la respiración de mi esposa: Intensa y entrecortada; quien, con una sonrisa coquetísima y una bella candidez, nos miraba y sonreía, tomándose el vuelo de su cabello, con su cabeza girando hacia atrás.
    
    De pronto, Antonio; sin decir nada, se empezó a sobar con la mano un bulto de su pantalón, que fue creciendo, hasta hacerse muy grande. El se sobaba la verga, mientras con una mirada entre tranquila y dominante miraba a Isabel de costado. Ella estaba paralizada por el poder del seductor. Entonces; repentinamente, Antonio extendió lentamente su mano, y con un gesto de manifiesta intención sexual, con poder varonil, las depositó sobre las suaves y voluptuosas piernas de mi esposa; que al sentir esos dedos ardientes, que la apretaban y recorrían con deseo; sintió el poder de un pecado que la tentaba y acariciaba con una mano invisible, que le estaba pidiendo que ocurra o suceda algo, para poder entregarse allí mismo y por segunda vez a un hombre, a ese hombre, que se había atrevido a acariciarla de ese modo, delante de su esposo, y que la sorprendió diciéndole, mientras la acariciaba con deseo: “Eres rica…una hembra deliciosa”.
    
    El me miró a los ojos diciéndome, algo embriagado: “Amigo. Esta mujer, tu esposa, es una de las ...