Mi marido jamás lo supo
Fecha: 05/09/2017,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Armonic, Fuente: CuentoRelatos
... dedos y su lengua me hizo enloquecer; instintivamente puse mi mano sobre su cabeza escondida para que no se detuviera.
Aquello era tan maravilloso que el orgasmo no tardó en llegar, me avergonzó escucharme gimiendo de aquella manera, pero había sido tan fuerte que sentía como mi cuerpo temblaba. Simón se levantó y mientras yo recuperaba el aliento me besó.
-Espero que algún día me perdones.- añadió mientras se iba.
Después de aquello, me encontré muy mal, no sabía qué hacer, no quería contar nada a mi marido, incluso barajé denunciarlo a la policía, quizás dejaría pasar el tiempo y hablaría con él, estaba confusa; aun así intenté aparentar normalidad, pero por ahora no quería volver a verlo. Al cabo de una semana Simón no se había incorporado al trabajo, creí que era por lo sucedido en la biblioteca, pero en un café escuché a la directora que había cogido una baja y quizás no volviera. Eso me extrañó, pues Marta me lo hubiera dicho, pero ella tampoco sabía nada. No tardé mucho en descubrir lo que sucedía, ojalá no lo hubiera sabido, Simón estaba enfermo y al parecer era terminal. Los días siguientes me sentí aún peor que antes, no podía creerlo, estuve dándole vueltas y lloré como una niña sin que nadie pudiera verme. En el fondo, más de una vez había deseado que Simón me hiciera el amor.
Tomé una decisión dura, pese al amor que sentía por mi marido, no me hubiera perdonado que las cosas quedaran así, es más, en algún lugar de mi cabeza, necesitaba hacerlo. Pedí ...
... el día en el trabajo alegando una cita en el médico y me dirigí a su casa, lo había ido a buscar muchas veces para ir a trabajar y sabía el piso. Parecía decidida pero estaba hecha un flan, nunca había pensado en hacer nada así y menos aún de aquella manera.
Llamé a la puerta, me abrió Simón con cara de sorpresa, quizás yo fuese la última persona que iría a verle, estaba más delgado y sin pelo, me chocó verle así pero su mirada penetrante era la de siempre. Me invitó a pasar amablemente, le seguí por el pasillo hasta llegar al salón sin decir nada, al llegar se giró y extendió las manos para guardarme amablemente el abrigo; al quitármelo pude ver su cara de asombro al verme desnuda, mi nerviosismo crecía, pero no iba a echarme atrás.
Me agaché y le bajé el pijama junto con los calzoncillos; me quedé asustada del tamaño de su pene, inconscientemente lo comparé con el de mi marido. Le empujé y cayó sentado en el sofá. No pude mirarle a la cara, sin pensarlo más tiempo agarré su polla erecta y me lancé a chupar lo mejor que supe; no dijo nada y me dejó hacer. Aunque me cueste reconocerlo, estaba disfrutando y eso me hacía sentir como una guarra, nunca antes mi boca se había llenado de verga como esa.
Por un momento dudé de si debía seguir, pero de nuevo me dejé llevar por el impulso. Me senté en sus rodillas; disimuladamente le miré a la cara, sus ojos ardían en deseo; intenté mostrarme indiferente pero yo mi deseo era incluso mayor. Coloqué su glande entre mis labios ...