1. Mamá, gorda y puta.


    Fecha: 24/09/2019, Categorías: Incesto Autor: RelatosHott, Fuente: SexoSinTabues

    ... un vestido ligero casi ceñido a sus curvas voluptuosas. Se transparentaban las bragas que se metían entre su gordo culo. Tenía un gran escote que enseñaba la mitad de su busto. Ella no me veía porque estaba dándome la espalda. Entonces me le acerqué, me paré enfrente suyo, me llevé la mano a la verga y le dije: —Mamá. Ella se dio vuelta, y comencé a masturbarme. Mamá descendió la mirada a mi verga y pude ver la sorpresa en su rostro. Estaba paralizada, no decía nada, sólo había abierto aún más sus ojos y boca. Mis latidos aumentaron, sentía cómo mi corazón golpeaba mi pecho. Verla así, indefensa, ante algo inesperado como es tener a tu hijo taladrándose el pene erecto delante tuyo, me llevó a descubrir un extraordinario nivel de excitación. Seguí masturbándome, no sé cuánto tiempo, no sé si segundos o minutos, estaba en otro mundo, estaba en el paraíso. Ella estuvo un lapso prolongado con los ojos en el pene, hasta que apartó la cara hacia un costado y miró el suelo. —Tenés que hacer eso en tu pieza —dijo un tanto avergonzada. No hice caso a sus palabras, al contrario, la excitación aumentó. Su benévola reacción me sorprendió. Siempre imaginé una actitud más reaccionaría, violenta, iracunda, pero no. Ese comportamiento inofensivo me hizo pensar que podía abusar de su bondad, que podía ser impune. Así que separé las piernas, incliné la pelvis hacia adelante, con la verga apuntando hacia ella, y aumenté la velocidad de la masturbación. Los huevos iban de atrás hacia adelante ...
    ... rápidamente. Mi respiración aumentó. Comencé a gemir casi involuntariamente. —Uy, sí. Oh, sí. Oh —susurré. Ella volvió a mirarme la verga, que se me puso más tiesa. Estaba por acabar. Coloqué la mano que tenía libre en mi cintura. Me miré el pene. Miré a mi mamá. Miré su cuerpo. Miré sus tetas. Miré su rostro. Volví a mirarme la verga. Paré la masturbación. Mantuve la mano en el pene, y eyaculé; primero, el semen empezó a chorrear, como si rebalsara, luego vinieron en formas de disparos; algunos aterrizaban cerca de mi mamá. Tuve un orgasmo soñado. Solté el pene y vi y sentí sus espasmos (parecía que tenía vida propia), mientras las gotas de semen caían al suelo. Suspiré y, con indiferencia, con la impunidad que comenté anteriormente, le di la espalda y regresé al dormitorio. Nunca volvimos a comentar lo sucedido. Nuestra vida siguió. Cuando estaba solo, sonreía al pensar que ella tuvo que limpiar el semen que arrojé en el piso que estaba limpiando. Los días pasaron, y papá volvió. Lo recibimos con el mismo cariño de siempre. Pasábamos los días juntos. Por momentos, veía el rostro de mi mamá. Era sorprendente la forma en la que actuaba. Parecía que habían borrado su memoria. Hablaba conmigo como si nunca hubiera pasado por algo bochornoso. Seguía sirviéndome, seguía lavándome la ropa, seguía despidiéndome con el cariño de siempre cuando debía salir de casa. Esos días tuve algo de temor al creer que le iba a contar todo a papá. Pero los días corrían con tranquilidad. Llegó el ...