1. Mamá, gorda y puta.


    Fecha: 24/09/2019, Categorías: Incesto Autor: RelatosHott, Fuente: SexoSinTabues

    ... día en el que papá debía regresar al trabajo. Esa madrugada, me desperté al oír rechinar las bisagras de mi puerta. Llevé la mirada a la puerta, pero un bulto negro se antepuso. De pronto, sentí que unos labios fueron a mi boca. Me dí cuenta que se traba de mi madre. Sentí que lamió mis labios, entonces abrí los míos. Nuestras lenguas empezaron a entrelazarse. Nuestras salivas se mezclaban. Lamió todo el interior de mi boca, incluyendo los dientes. Saboreé su aliento. Sentí la respiración de su nariz chocar contra mi rostro. Chupaba sus carnosos labios. Nuestras barbillas se mojaron de baba. Mi verga empezó a endurecerse. No podía creerlo. Estaba contento porque sabía que ese placer iba a regresar. Luego apartó su rostro. Me dio la espalda y salió de mi habitación. Me había dejado sólo con una erección tremenda. "Qué hija de puta", pensé con una sonrisa. Ya entrada la mañana, los tres nos encontrábamos en el comedor para despedirnos de papá. Nos dio un gran abrazo a cada uno, y salió a la vereda. Allí lo esperaba una camioneta propiedad de la empresa minera; iba a llevarlo a la terminal, con todo pago. Montó el vehículo y nos saludó mientras se marchaba. Cuando lo perdimos de vista, mamá me tomó de la mano y me llevó al interior de la casa. Yo estaba intrigado. Imaginé lo que se venía. Caminamos por el pasillo (ella estaba adelante mío; estaba siendo arrastrado). Pensé en que nos ...
    ... dirigíamos a su dormitorio, pero no, nos detuvimos frente a la entrada del baño. Mamá abrió la puerta y nos adentramos. —¿Qué vamos a hacer? —le pregunté. —Vamos a bañarnos. Mi corazón dio un salto. Con sólo escuchar esas palabras, mi pene estaba entrando en erección. Mamá soltó mi mano, y se acercó a la ducha. Deslizó la cortina sobre el riel. Abrió los dos surtidores del agua para regular la temperatura. Al final, empezó a desvestirse. Vestía una musculosa rosada y unas calzas negras. Tomó la calza por la cintura y comenzó a deslizarla hacia abajo. Primero descubrió su enorme culo repleto de celulitis. Llevaba unas bragas blancas que se introducían entre sus nalgas. Luego enseñó sus gordos muslos y, al final, los tobillos. Se sacó las sandalias, quedando descalza. Después procedió a quitarse esa musculosa. Llevaba un corpiño negro, que, de forma inmediata, se quitó. Introdujo ambos pulgares a los costados de sus bragas, se inclinó hacía delante, mostrándome su culo, y comenzó a quitárselos de forma lenta, como si fuera una stiptease. Por supuesto, mi pene estaba tan duro como una piedra. Quedó completamente desnuda, y se metió a la ducha. Se colocó debajo de la lluvia. —Dale —dijo —¿no vas a entrar? Me desvestí lo más rápido que pude. Me quité el calzado, el pantalón, la remera. Me saqué el calzoncillo, y la verga, como un resorte, saltó, se balanceaba de arriba hacia abajo. Entré a la ducha. 
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