El que no sabe lo que es tener una puta sucia personal, no sabe lo que se pierde
Fecha: 06/09/2017,
Categorías:
Sexualidad,
Autor: Hunter, Fuente: CuentoRelatos
Unos 8 años atrás conocí a un estudiante muy guapo, recién graduado de la secundaria que venía de Las Tablas, un chico pálido, delgado, si acaso pesaba 60 kilos, cabello largo y sedoso, sin un solo vellito en la cara llena de espinillas. En la ocasión que lo conocí pasó un viernes santo sentado en la parte de arriba de mi sofá, con las piernas abiertas, mientras yo le mamaba el culo con muchas ganas y le metia la verga varias veces con cuidado mientras se quejaba que lo estaba rompiendo. Un chico inexperto, con muchas ganas de aprender. Culeamos como 5 ó 6 veces en todas partes, en un hotelito, en mi casa de campo, en un pushbottom y un par de veces me saco la leche con mamadas inexpertas sentado en mi carro en la parte inferior del estacionamiento de su edificio. Pasaron los años y le perdí el rastro. Luego, hace un año y un par de meses atrás me lo vuelvo a encontrar en la calle. Ahora es un tipo musculoso, agarrado, con espaldas anchas, la cara de un tipo más formado, unas nalgas que le apretaban en el pantalón para salir y ya todo un profesional con un buen trabajo, un bonito auto y su apartamento propio. Apenas nos vimos nos saludamos e intercambiamos teléfonos.
Luego, para mi sorpresa, recibo un mensaje que me calentó de una vez. - Hola, que tal, estoy esperando que me digas cuando vas a volverme a poner a gozar. - Oh, cuando quieres que nos veamos? - Puedes ya? es que tengo unas ganas de que me cojas como tu sabes, puedes? - Que quieres hacer? _Que quieres TU ...
... hacerme? _ Sorpréndeme pues, voy a vestirme y quiero que me prepares ese huequito para darle bastante pinga. En una hora estaba tocando el timbre de su edificio. Yo estaba con ganas de ver a este paicito encuero y todo para mí. Entré a su apartamento y me recibió con un short blanco, de satín y una franela gris. Se le notaban sus brazos de gimnasio, con un tatuaje muy sexi. Cuando le agarré las nalgas sentí debajo del pantaloncito un par de masas de carne dura, suave, con una pequeña tanga que se perdía en toda su raja. Lo besé salvajemente, mordiéndole los labios y el comenzó a quejarse. Le bajé la cabeza para ponerlo a mamarme mi pinga. Tengo una verga de siete pulgadas y media, gruesa, venosa y cabezona, con los vellos recortados y unos huevones que me cuelgan bien abajo.
El metió su cara entre mis bolas y aspiró su aroma para quejarse de lo rico que se sentía. - Bajate los pantalones, zorra inmunda, quiero verte esa tanga. Una tanguita blanca era todo lo que le veía entre sus nalgotas. Le agarré el cabello y lo obligué a mirarme mientras me exprimía la verga y sobaba los huevos. Le escupí en la boca y le di una sola cachetada. - Eres bien sucia, puta, me gusta verte como te tragas mi pingota con ganas _ si, papi, esa pinga me pone caliente - Menea el culo, quiero verte sacudiéndolo, esas nalgas se ven super ricas. Cuando ya sentí que me iba a venir lo mandé a ponerse de pie y a caminar, meneando las nalgas y flexionando sus piernotas. Cada vez que daba un paso podía ver cada ...