1. UNA LINDA HISTORIA 4 (segunda parte)


    Fecha: 07/09/2017, Categorías: Incesto Autor: memito, Fuente: SexoSinTabues

    ... veces, esto se convierte en una pequeña Babel. Toda esa masa de gente, de potenciales clientes, pasa, al menos una vez al mes, por las salas de La Pirámide, para bailar, ligar, asistir a un show, o, simplemente, deambular bajo su piramidión y admirar toda su decoración egipcia. La Pirámide se nutre de mano de obra universitaria. Chicos y chicas trabajando en sus barras. Chicos y chicas actuando en sus plataformas. Todos vestidos con ropajes seudo egipcios y fantasiosos. Allí es donde llevo a las chicas. ¿Cómo sé que ese sitio existe? Fácil. La disco mantiene un programa en la radio local. Pasa su música y anuncia sus espectáculos y sus noches temáticas. A veces escucho el programa cuando trabajo con el tractor. Esta debe de ser una de esas noches temáticas porque la cola da la vuelta a la vieja fábrica sobre la que se erige La Pirámide. Dios, no vamos a entrar nunca. ― ¿Cómo en Barcelona? – propone mi hermana a Maby. ― Si, podría resultar. Sergi, tú te quedas a dos pasos detrás de nosotras, muy atento. ― Ponte esto en la oreja – Pam saca del bolso el auricular de su móvil. – Así, por detrás de la oreja. Creo que dará el pego. ― Pues vamos, hagamos de divas – se ríe Maby, quitándose su impermeable y colgándolo a su espalda de un dedo, como si estuviera en la pasarela. Su corpiño destaca poderosamente bajo la ropa oscura. Pam la imita, pero no se quita el abrigo, sino que lo baja de los hombros, dejando estos desnudos. Comienzan a caminar, repiqueteando poderosamente los ...
    ... tacones, para que la gente de la larga fila las mire. Me sumerjo cómodamente en la comedia. Son diabólicas. Ellas son las divas, yo el hermético guardaespaldas que las acompaña de fiesta. Adelantamos todos los puestos de la fila y ellas se detienen ante los dos robustos porteros, con una pose de caderas y una sonrisa ladina, charlando entre ellas insustancialmente. Su postura indica que están esperando algo que dan por hecho, de lo que no tienen que preocuparse en absoluto. Me quedo estático, justo detrás de ellas, separándolas de la gente que protesta por su osadía. Los porteros me miran. Soy más alto que ellos. Entonces, Pam se gira hacia los dos hombres y con una sensual caída de su mano, dice: ― Don Miguel nos está esperando – recompensa al hombre con una preciosa sonrisa. Veo la mirada que se lanzan los matones y su leve asentimiento. Se apartan y pasamos. A nuestras espaldas, la gente silba, descontenta. ― ¿Quién es don Miguel? – pregunto a Pam. ― No sé, pero siempre hay un Miguel o un José. Cuestión de suerte. Lo que importa es la actitud. Maby suelta una carcajada y cruzamos las puertas. ¡Que peligro tienen estas dos sueltas! Las chicas dejan sus abrigos en el guardarropa. El local está a reventar. Ya se palpa en el ambiente que todo el mundo espera las fiestas. La música me atraviesa como algo físico. Maby alza los brazos y contonea sus caderas con sensualidad, acoplándose al ritmo de la música. ― ¿Bailamos? – pregunta casi en un grito. ― Antes tengo que ir al baño – ...