Fin de semana clandestino
Fecha: 07/10/2019,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: thescreamline, Fuente: CuentoRelatos
Mi nombre es Noah, y si bien puedes leer esta historia de forma independiente, puedes leer los eventos previos en mi perfil.
El claxon sonó una sola vez, pero fue suficiente para hacerme salir de la casa. Nunca iba a confesarle a Bruno que desde que me avisó que pasaba a buscarme por mi departamento, ya estaba esperando con la mochila en mano, en el sofá de mi living, sumergido en los conflictos amorosos de los personajes del libro Ana Karenina.
Guardé el enorme libro dentro de la mochila mientras cerraba la puerta con llave. Escuché cómo chocó en el interior con el desodorante y luego se amortiguó entre la otra prenda de ropa con la que pensaba cambiarme al día siguiente.
- Llevas un libro enorme - me indicó Bruno cuando me senté en el asiento de acompañante. - Eso me ofende, porque parece que tienes planeado aburrirte en tu viaje.
- Lo que menos tengo intenciones es de aburrirme - le confesé. - Pero si no leo algo antes de dormir, me cuesta conciliar el sueño. Y hace una semana que empecé con esta historia y, debido a lo larga que es, aprovecho cada momento que puedo para continuarla.
- ¿De qué va? - preguntó.
- Hasta el momento, de un grupo de personajes con tormentosas pero fácilmente explicables emociones - respondí. - Y un conflicto político que todavía no se desarrolla. De momento, no parece un libro pretencioso, aunque sí largo como la Biblia, nada más que con más sentido. Creo que la protagonista, que está casada, se enamora de otro.
Mi intención ...
... de comentar lo que había leído en la primera parte, más precisamente enfocado a las emociones que despertó Ana Karenina por el Conde Vronsky, fueron puramente intencional.
- Debe ser todo un dilema, ¿no? - pregunté, haciéndome el desinteresado. - Que una persona se encuentre casada y de repente sienta cosas por otro.
Bruno, que podía ser torpe pero no era ni un pelo de tonto, me golpeó en el brazo con una risotada y yo entendí que me la merecí. Bruno estaba casado con una mujer y recientemente descubrió los placeres del sexo carnal y pasional con una persona de su mismo sexo. En un intento por repetir la experiencia, me propuso fugarnos un fin de semana de nuestro pueblo.
- Eres malo - sentenció.
- Lo siento - respondí. - Tiendo a desdramatizar de esta manera.
- No lo estoy viviendo como algo dramático - reconoció. - Sí, es algo nuevo y sí, es algo que me entusiasma, incluso que me asusta, pero no es dramático.
Supuse que el dramatismo no encajaba dentro del movimiento casi budista que poseía Bruno. Quizá el dramático, después de todo, era yo. Acostumbrado a ser el que controla los nervios de los demás, había dado por hecho que el muchacho tenía que lidiar con un terrible conflicto interno. Probablemente era así, pero lo que era mejor, no me lo estaba contando y con eso, yo ya estaba agradecido.
- Te lo adjudiqué por costumbre - repuse. - Me alegra ver que no es así.
- ¿Acaso los gays son dramáticos? - preguntó.
- Tenemos una mala fama, patrocinada ...