Fin de semana clandestino
Fecha: 07/10/2019,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: thescreamline, Fuente: CuentoRelatos
... supiera cómo interrumpir la tensión absurda que se formó.
- Lo hiciste, ¿no?
- Lo hice.
- Una vez.
- Muchas.
- ¿Con dos más?
- Con muchos.
- Vaya - admitió, ya más sorprendido que indignado. - Nunca pensé que eso se hiciera.
- La iglesia te ha impedido disfrutar de grandes placeres de la vida.
Sin embargo, la cabaña resultó ser un lujo. Accedíamos a ella por medio de un camino de tierra y se imponía entre medio de la oleada selvática. Tenía un pequeño jardín con una piscina enorme, cocina, living, comedor y dos habitaciones. En una de ellas, había una cama matrimonial y en otra, dos camas pequeñas. Las paredes eran blancas y tenía pequeños cuadros de pinturas oníricas colgados en el comedor, como para darle una especie de estilo que no entendí.
- Vamos a tener que ir por comida al pueblo - comenté.
- Encargaremos algo - respondió.
- No creo que el delivery llegue hasta aquí - analicé. - Tendremos que ir.
- Iré yo - afirmó.
Entendí que sus nervios radicaban en que no lo vieran al lado de otro hombre. Acepté esa premisa. De todas maneras, no me molestaba en lo más mínimo quedarme en aquel lugar y ser agasajado.
Tiramos las dos mochilas en el suelo y nos dimos el tan ansiado beso, con tanta intensidad y ganas que vinimos reprimiendo todo el camino. Poco a poco comenzamos a excitarnos, inaugurando en menos de un minuto, nuestro fin de semana de lujuria.
Entramos en el cuarto, prendí el aire acondicionado y me tiré en la cama. ...
... Luego me senté sobre mis antebrazos para apreciar a Bruno.
- Quiero ver cómo te desvistes - le dije.
Bruno se sonrojó. No había tenido pudor alguno en aparecer delante de mí sin ninguna pizca de ropa, en un lugar tan público como el vestuario de nuestro gimnasio, pero ahora pedirle que se desvistiera lo inhibía.
- Me da pena - reconoció.
- Ya te vi desnudo - le recordé.
- Pero me da pena que me mires - admitió.
- ¿Por qué?
- No lo sé - afirmó.
Sonreí. No íbamos a ir a ningún puerto si insistía en algo que él no podía hacer en ese momento.
- No importa - afirmé. - Ven conmigo.
Se tiró poco a poco sobre mí y nos fundimos en otro de nuestros amplios besos, tirando poco a poco de su ropa para ir quitándosela. Era un hombre hermoso, con el cuerpo bien tonificado y endurecido, ya que además de CrossFit, hacía máquinas en los gimnasios. Era lo extraño de Bruno, que parecía vivir para gustar pero de todos modos no se animaba a sacar aquello que podría encantar a todo el mundo. Tan atractivo y tan reprimido.
Le quité la remera y acaricié su abdomen, mientras lo escuchaba suspirar de fascinación con el roce de mi tacto. Mordí sus tetillas con dulzura, provocándole un pequeño pero soportable dolor que lo estremeció. Eso me dio la pauta de que abría las puertas a que juegue con él. Quería guiarlo por otros mundos que para él eran sorpresivamente nuevos. Cada cosa naturalizada en mí, representaba una incógnita para Bruno.
Dirigí mi lengua hacia su axila ...