Un buen padre (parte 1, 2 y 3)
Fecha: 15/10/2019,
Categorías:
Incesto
Autor: destructordeconchitas, Fuente: SexoSinTabues
... cuello, en mi cara, era como un torrente que se movía salvaje dentro de mi buscando por donde salir ¿y que crees? Al final lo encontró. Yo no podía mas, tenía todo el peso del cuerpo puesto sobre la cabeza que seguía rodándola por sobres la pared, ella no había parado ni por un instante con la mano de estarme bombeando las pelotas que las tenia explotar, por eso y por todo lo que me contaba, ¡ya no podía más! Ya no. Con un chillido a medio hogar deje soltar las piernas dejando salir aprensión todo el semen acumulado, saliendo esté para pegarse en la pared y cayendo parte al piso. Ella sin decirme más exprimió de mi cosa hasta las últimas gotas que un guardaba, haciendo que me volviera a tragar el gemido, se aparto de mi espalda y en un instante se coloco en cuclillas debajo de mí, yo la veía desde arriba borrosa, por lo exhausto que me encontraba, cuando de pronto vi pasar su dedos por sobre la superficie de la pared donde escurría mi leche y de ahí querérsela llevar a la boca, la tuve, como pude, le detuve la mano agarrándola de la muñeca, haciendo que un poco de lo que lleva le cayera sobre una pierna, a orillas de tocar la tela de su falda. -No lo hagas (agitado y con el ultimo hilo de voz que me pudo salía) Ella deslizo su mano de entre mis dedos y, haciendo caso omiso a mis palabras, se lo acabo metiendo, partiendo por en medio sus labios y quedando un poco de blanco sobre de ellos, esa acción me hizo todavía latiguear por instante el palo que ya empezaba a poner a media ...
... asta, volví a mirarla y me sonrió colgándoseme del brazo e inclinado su cabeza sobre mi hombro, me dijo… -Te amo papi. ------------------------------------------------------------------------------- Cap 3. En general nada en la casa había cambiado tanto como para que mi esposa se diera cuenta de que no era así, yo me trataba de contener lo más que podía al ver Aayla y es que con solo darle los buenos días y mirarla a la cara, recordaba, de aquella noche, el momento justo en que ella despegaba la lefa de la pared, para llevársela a la boca, era cuestión de recordar y en menos que lo que cantaba un gallo ya la tenía hasta arriba otra vez. Frecuentemente me tenía que estar agachando o salir de escena para hacer que Inés, mi mujer, ni si quiera lo advirtiera, Aayla, en cambio, se daba cuenta de todo y se reía de mi cada vez que tenía que salir corriendo a ocultarme en el pasillo o cambiar de posición las piernas para disimular un poco. Inés, solo nos observa desde lejos, muchísimo más lejos de lo que ella misma creía, y con una sonrisa en la boca nos preguntaba el nombre del chiste para reírse ella también. No, en general nada en la casa había cambiado, eran, tan solo, los pequeños detalles que Aayla y yo podíamos ver. Habían paso ya más de 7 días desde la última vez en que había llamado a Aayla por el mote de hija, sinceramente cada vez que por costumbre se me salía decirle así, prefería morderme la lengua antes de hacerlo. Sucedió entonces que una noche, al llegar de trabajar, ...