Doctor Luc (Primera Parte: Conocerse)
Fecha: 08/09/2017,
Categorías:
Gays
Autor: Soy NEIL, Fuente: CuentoRelatos
¿Enfermo? No realmente, no estaba enfermo. Simplemente me quedé dormido -Por estar hasta tarde viendo porno y masturbándome- y hoy ni siquiera iba a intentar llegar a tiempo o llegar en lo absoluto a mi trabajo. Era imposible, era demasiado tarde. Llamé a mi jefe y le dije que estaba enfermo, en realidad no había problema con faltar -nuevamente-, pero tenía que justificar mi motivo de ausencia con una incapacidad médica oficial, eso significaba pretender estar lo suficientemente enfermo ante un doctor para que este considerara la posibilidad de declararme incapacitado para trabajar por un día.
Seguí durmiendo en la mañana y fui a una clínica privada al medio día. Tuve que pagar 50 dólares para ser atendido. ¡Por las barbas de Arpad Miklos! cada vez se hace más costoso no ir a trabajar. Mientras esperaba ser atendido, rogaba que al menos fuera atendido por un doctor guapo, quizás un señor mayor -de esos que parecen ser la encarnación terrenal del Dios Zeus, con un pecho peludo en blanco y barba de ensueño- y que me quitara la camisa y me tocara todo -¡Y que por favor no fuera una doctora mujer!-
¿Bigote? si, ¡el doctor tenía bigote, y que bigote! una obra de arte entre su nariz y su labio superior, incluso salía de los lados formando una pequeña cola a cada lado de su boca. Tan grande y excitante que podía soportar que no fuera tan mayor a mí como me gustan los hombres, ya que me gustan mucho más maduros. Le ponía unos cuarenta años, o hasta menos, y mucha masa ...
... muscular y experiencia sexual. En su seguridad y su mirada intensa hacía aquellos papeles en los que escribía se veía claro que ese macho sabía que hacer con aquel trozo de carne entre sus piernas. Si tan siquiera se moviera un poco fuera de su escritorio pudiera ver el tamaño del bulto.
Ni siquiera me había mirado y ya me había hecho cometer los siete pecados capitales, tener más de mil pensamientos sucios y provocado una erección tan poderosa que tenía el potencial de alargarme y hacerme más grueso el pene -no que yo lo necesitara-
Me miró. Aquel doctor era una estrella porno, por lo menos lo era en mi cabeza. Mis fantasías durante toda mi juventud y vida entera de que Tom Selleck me rompiera el culo se habían ido junto con mi semen por la coladera del baño, y ahora, a mis 30 años yo necesitaba que aquel toro, el doctor, me taladrara la vida con su cuerno. Quería al Doctor Toro en mi culo ya. Pero debía controlarme.
—Hola… —buscó mi nombre en el expediente— …Neil. ¿Estás enfermo, que tienes?
-¿Que qué tengo? tengo unas ganas de que usted me rompa el culo que no se imagina- pensé. Wao. Dos botones desabrochados de su camisa blanca me dejaban ver su pecho forrado de pelo, que no era aún blanco, pero que era ya irresistible. Una cadena de oro se perdía entre sus pelos dejando ver la profundidad de la sensualidad de este macho. Lo que daría por perderme en aquella selva.
—Me siento mal del estómago— respondí.
Me pidió quitarme la camisa y acostarme en una camilla ...