De puta en un gloryhole en el extranjero
Fecha: 16/10/2019,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: ClaudiaZorra, Fuente: CuentoRelatos
Hace unas semanas atrás decidí tomarme unas vacaciones en el extranjero para relajarme y cambiar de ambiente así que opté por irme a la hermosa ciudad de Ámsterdam, bien conocida por su barrio rojo, el ambiente liberal y relajado en cuanto al sexo. Quería hacer compras de ropa sexy, juguetes sexuales interesantes y simplemente pasarla bien. Llevé toda mi ropa femenina aunque claro, no podía putear así como así nada más. Tenía que ser cuidadosa. Para empezar tenía que visitar un sex-shop; había leído sobre ellos, y sobre todo los que incluían cabinas con “gloryholes” – ya saben, esos en las que tienes uno (o dos) huecos en la pared, alguien mete su verga y tú se la chupas hasta que se venga. Sexo anónimo! Sonaba demasiado tentador como para no hacerlo. Así que una noche me puse una ropa sexy pero no muy llamativa: vestido en tubo negro, bien pero bien cortito, con los hombros desnudos, con una trusa tipo hilo dental y unas botas que llegaban hasta mis muslos. Claro, para “no llamar la atención”. Me fui a un complejo que era una mezcla de sex-shop, cine para adultos y cabinas personales… donde podía pasar casi de todo.
Primero deambulé por la tienda, curioseando, explorando el territorio (habían unos juguetes maravillosos que se veían realmente rompe culos… y que terminé comprando). Algunos me daban la típica mirada lasciva que yo respondía con una pícara sonrisa. Sabía que me seguían con la mirada. Luego bajé a un sótano; era la sección de sado-masoquismo… todo tipo de ...
... accesorios para hacerte sufrir de placer. Y entonces lo vi, al fondo, la sección de cabinas de video y “otros pasatiempos” Había que pagar 15 euros para poder a esa sección así que normal, lo hice. Las luces eran bastante bajas, casi oscuro, lo único que podía escuchar eran los jadeos de los videos en las cabina; solo escucharlos hacía que empezara a excitarme. Vi varios machos en el lugar, merodeando, esperando una buena presa. “Cariño, aquí estoy” pensé. Así que me metí en una cabina de gloryhole; del ancho de un baño estrecho, con perforaciones a la altura de la verga en ambas paredes laterales. Había una silla de plástico así que me senté a esperar. No pasaron ni dos minutos cuando de pronto siento que alguien había entrado a la cabina del costado; sacó su verga del pantalón y empezó a sobarla para endurecerla. Le di un vistazo por el hueco y sí, lucía deliciosa… ”Aquí vamos” pensé. Mostrando los dedos a través de la perforación de avisé que estaba interesada; de inmediato, su verga ya dura entró por el hueco quedando completamente a mi disposición. Hummm qué rica verga! No lo pensé dos veces: la cogí con la mano derecha y empecé a chupársela como si fuese la última verga en el mundo. Pura carne blanca, suavecita, venosa, cabezona. La idea de no saber a quién pertenecía esa pieza me excitaba. Mamé, mamé y mamé hasta hacerla entrar hasta el fondo de mi garganta; me encanta chupar verga, me aloca, me excita más que el sexo anal, sobre todo si terminan dándome la leche, así que ...