1. La señora Ysabela y yo (2)


    Fecha: 22/10/2019, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... quédate echado y déjame enseñarte.- dijo la señora con lujuria en sus ojos.
    
    Con sapiencia se acomodó y lentamente se fue sentando sobre mi pene erecto; yo la sujeté de las caderas, mientras ella seguía haciendo presión y dejaba deslizar su vagina húmeda hasta que estuve 25cm. dentro de su cuerpo o era que ella me cubría 25cm.
    
    - Ya la siento toda dentro de mí.- dijo cerrando los ojos. ¡Qué tremenda verga tienes!
    
    Sin demora, empezó a subir y bajar, sus manos se apoyaban sobre mi estómago y yo seguía tomándola de las caderas. Sus senos se bamboleaban libres e inmensos, y mis manos se dirigieron a esas gemelas traviesas.
    
    - Apriétame los pezones.- suspiró ella.
    
    - Está bien.- contesté mientras mis dedos castigaban esas fresitas respingonas.
    
    - Sííííí... no te detengas mi niño.- gimió desesperada.
    
    La señora Ysa se restregaba y brincaba con ímpetu desmedido, mientras unos gruñidos escapaban de su garganta.
    
    En medio de nuestro encuentro escuché los sonidos del teléfono. Sin embargo, ella no hizo caso a este. Pasó un largo rato y de nuevo volvió a repicar.
    
    - Ysabela, otra vez está sonando el teléfono.- dije nervioso. Contesta, por favor.
    
    - Ya, está bien lo haré.- respondió mientras tomaba el auricular sin dejar de cabalgarme.
    
    Hubo un intercambio de palabras y supe que se trataba de su esposo.
    
    - ¿Qué pasó? ¿quién era?- pregunté curioso.
    
    - Nada, sólo mi esposo que me avisa que va a venir a almorzar.- dijo sin importancia.
    
    - Entonces, me tengo que ...
    ... ir.- dije tanteando.
    
    - Aún no, espera que terminemos, papacito.- contestó sin darme tregua.
    
    El ritmo que imponía la señora era una mezcla de excitación y dulzura, sus flujos vaginales descendían por mis huevos y los gritos, una vez más, saturaban el cuarto.
    
    - ¡Qué delicioso!- gritó ella.
    
    - Sigue Ysabela, no te detengas.- gemí desquiciado mientras, que con mi dedo pulgar, frotaba su clítoris.
    
    - Ayyyy mi niño... ¡Qué buena cogida!- gimió desesperada.
    
    Yo la atraje hacia mí, y quedamos abrazados; mis manos la sujetaban por las nalgas, y la subían y bajaban de mi verga húmeda. Su cabello caía sobre mi rostro empapado de sudor y sus gemidos eran una sinfonía para mis oídos.
    
    Ante tal situación, no me fue difícil sentir la dulce opresión de su vagina y mi cuerpo se entregó en una abundante eyaculación.
    
    - Mi pequeño, eres todo un semental.- dijo agitada.
    
    - Tú eres la mejor, Ysabela.- respondí besándola.
    
    - ¿Sabes una cosa mi niño?- preguntó sonriendo mientras aún se movía al sentir mi pene dentro.
    
    - No, ¿qué cosa?- respondí.
    
    - Pues, que definitivamente ya no puedo vivir sin ti.- dijo apoyando su cabeza en mi pecho.
    
    - Yo estoy de la misma manera.- dije con el corazón henchido.
    
    Seguimos abrazados, prodigándonos caricias cómplices y tiernas.
    
    - Ya mañana tendremos más tiempo.- dijo la señora Ysa moviéndose y dejando que mi pene salga de su vagina.
    
    - Está bien.- respondí obediente.
    
    Me vestí y nos dimos un apasionado beso; mientras trepaba ...