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El cabrón, la puta y el voyeur
Fecha: 05/11/2019, Categorías: Poesía Erótica, Autor: Gerardjking, Fuente: CuentoRelatos
... detengas por favor. Para él no existo, ignora mi presencia, para ella soy un juguete sexual. Recibe placer humillándome y extrañamente me excita ser humillado, aunque ella también está siendo humillada por su novio: la nalguea, azota sus tetas, muerde sus pezones y su cuello, la insulta, le escupe en la cara y la penetra como si ella fuera un objeto a la cual hay que llenar de leche. Al final el único ganador es él, que domina a la puta y al voyeur a la vez. —Sigue así, sigue así. Ya casi, ya casi —dijo Arleth que estaba a punto de correrse pero su novio no la dejó. Se la inserto por última vez con violencia y saco su gran verga de la inflamada vagina de mejor amiga. Ella no dijo nada, sabe cuál es su papel de puta sumisa. Su novio se levantó de la cama, se puso frente de Arleth dándome una buena imagen de su peludo trasero. Arleth abrió la boca y con la mirada fija en mi acepto la verga de su macho, entera, 20 centímetros de buena carne entrando lentamente en su garganta hasta provocarle arcadas. El vato se sujetó de las tetas de la perrita, apretando y retorciendo sus pezones a la vez que metía y saca su verga de la boquita de Arleth. Le follaba la cara con la misma brutalidad que tuvo cuando la penetraba por el culo o la vagina. Ella mantenía su fría mirada sobre mi pene. Verla con la boca llena de verga, la nariz tapada por un buen par de huevos y las mejillas siendo recorridas por gotas de saliva y semen; ver esa hermosa expresión de placer y humillación ...
... hizo que me corriera en mi propia mano. Estuve observando cómo se follan la boca de mi amiga por otros cuatro minutos más, después su macho descargo toda su leche sobre su garganta; esa se lo trago con mucho placer sin dejar de mirarme. Su macho dio un gran bocado de aire, me miro sonriente y me palmeo la espalda antes de salir de la habitación. Arleth se acomodó en la cama tosiendo con fuerza, escupiendo saliva y semen aunque tenía la cara llena de ese último líquido. —Ven —me ordenó—. Todavía no te subas los pantalones. Y trae su toallita. Yo siempre cargo con una toalla de mano para secarme el sudor o los mocos. Me acerque a ella con la verga flácida de fuera y la toalla en la mano. —Límpiame, con cuidado, con mucho cariño como si fuera tu madre. Mi madre es una puta igual que ella así que con lo último no tengo problema. Con mi propia toallita fui limpiando el semen de su ovalado rostro. Realmente su macho expulso una gran cantidad de leche, su carga es como el triple de la mía. —Perfecto, quiero que utilices esa toalla por toda la semana. No la laves ni la cambien, ¿Entiendes, putito? —Entiendo. —Ahora ayúdame a cambiarme. La ayude a ponerse el pantalón, las botas, el sostén y la blusa, todo menos la tanga negra de hilo. Le arregle el cabello, oliendo su sudor, el aroma a sexo y a leche. —Gracias, ahora ponte esto. —Me entrego su tanga, le mire raro pero no la cuestione. A este punto ya pa ´que. Me puse la tanga de Arleth donde el hilo ...