Toda una señora
Fecha: 11/11/2019,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
La persona que en algún momento lea esto se dará cuenta, que su aventura loca aun cuando no lo pensara tuvo un testigo presencial, a ella la llamaré Marcela, para ocultar su nombre, a el no hace falta ocultarlo. Los hechos sucedieron asi.
A pesar de que tenia baño en mi casa, por costumbre algunas veces iba hacia la caña para realizar mis necesidades fisiológicas, eran algo asi como las 5 de la tarde de un dia jueves, bajaba hacia la parte baja entrando a San José, junto al puentecito que cruza la pista, casi donde empiezan los pinos, era tal mi prisa que no pude adentrarme mucho y casi me senté a un par de metros dentro de la caña. Estaba en esa tarea, cuando vi que por la esquina del la loza bajando por el estadio hacia la caña también, apareció Marcela, de seguro va al mismo propósito mio me dije, porque algunas veces la había visto recurrir a la caña asi como yo, al parecer no tenían baño aun en casa, no le di mayor importancia cuando la vi que mientras lentamente avanzaba miraba hacia atrás y hacia todos lados, no fue para mi nada sospechoso hasta que desapareció de mi vista, cuando enseguida por allí donde había bajado Marcela apareció nuestro conocido amigo Titá, este huevón, , está siguiendo a Marcela me dije entre mi, pero al recordar la actitud de Marcela, una duda se metió en mi, estoy loco o que, me dije otra vez, cuando al minuto Tita desapareció detrás por donde había desaparecido Marcela, por la esquina bajo el estadio junto a la caña.
Marcela es una ...
... señora ya entrada en edad, casi 50 años creo yo, con hijos y marido obviamente (no puedo detallar más porque no quiero que se haga evidente de quien se trata, es un secreto entre ella yo y Tita que de sobra sabemos nunca dirá nada)
La duda y mi mente algo pervertida me dijeron que tal vez Titá no estaba siguiéndola como a veces acostumbra hacer, y si ella quiere que lo siga, o la esta llevando a propósito, me dije en mi mente. todos sabemos que la pinga de Titá lo han visto todos en San José y claro que más de una mujer quisiera comerse una pinga como esa, pero de Marcela era difícil de pensar, mi pinga aun sin proponérmelo por el solo pensamiento se paró enseguida. Me limpie enseguida y excitado como me había puesto, Salí, y mirando disimuladamente hacia un lado y otro de la pista, aun cuando alguien estuvo entrando a San José en su bicicleta, y otra moto venia llegando algo lejos, tratando de que pareciera natural entre a la caña al otro lado de la pista, justo al cuartel donde por la parte superior, junto al estadio, había desaparecido Marcela seguido de Tita.
Ya dentro de la caña considerando que el tamaño de la caña sobrepasaba apenas mi estatura, lo más sigiloso posible y con la prisa de la excitación que me decía que tal vez mis sospechas fueran ciertas, avance adentrándome más mientras mis oídos casi biónicas trataban de captar hasta el más mínimo sonido, los nervios casi me traicionaban, de pensar que si mi sospecha era falsa podía quedar mal parado y hasta tener ...