Un día de estos te voy a follar mamá
Fecha: 12/11/2019,
Categorías:
Masturbación
Autor: hoerrante, Fuente: CuentoRelatos
... decir una palabra, se marchó a su cuarto, cerró la puerta, apoyó la espalda contra ella, cerró con fuerza los muslos y estalló, cerrando con fuerza la boca para no gritar. Se quedó sin fuerza y lentamente fue cayendo hasta quedar sentada en el suelo.
Tocaron a su puerta. Se sobresaltó.
-¿Estás bien, mamá?
-Sí. Déjame.
-¿No te estarás haciendo una pajita, verdad? No es justo. Déjame verlo.
-LUIS!!! Déjalo ya.
-Está bien, está bien -dijo, alejándose.
Pero no estaba dispuesto a dejarlo. Quería más. Mucho más. Por ese día, la dejó tranquila. Se cambió de ropa y se fue a jugar un rato al ordenador.
Durante la cena, Rosa estuvo a punto de hablar con su marido. Contarle todo lo que estaba pasando. ¿Pero cómo explicaría que había visto a su hijo masturbarse delante de ella dos veces y que no había hecho nada?
Decidió callar. Luis se aburriría y todo se olvidaría. Lo miró. Sus miradas se encontraron. Él le sonrió y Rosa comprendió que su hijo no se aburriría. Aun así, calló.
Sus temores se confirmaron al día siguiente. En cuando su marido se fue, estaba sentada en su cama y apareció Luis en su dormitorio. Su mirada fue fugazmente a su bragueta. Tenía la polla dura, formando un bulto en el pantalón de pijama. Él se dio cuenta de donde miraba ella.
-Sí, mamá. Tengo la polla dura. Pensando en ti
-¿Cuándo va a terminar esto, Luis?
Sin contestar, Luis se bajó el pantalón y la polla saltó, libre, tiesa. Se la agarró y empezó una nueva paja. Estaba ...
... de pie. Se acercó a su madre y se sentó a su lado. Mirándola a los ojos, empezó a suspirar.
-Ummmm que rico, mamá. Cómo me gusta que me mires mientras me toco. ¿Y a ti? Te gusta, ¿Verdad? Te gusta mirarme mientras me toco la polla.
Rosa no dijo nada. Sus pezones contestaron por ella, como dos pitones contra su blusa. Juntó los muslos, sintiendo como su piel se erizaba.
-¿Estás caliente, mamá? No lo niegues. Sé que estás cachonda. Te delatan tus pezones. Tus labios. El rubor de tus mejillas. Dímelo. Dime que estás cachonda.
-Luis... no... no me hagas esto.
-No te hago nada. No te estoy tocando. Me toco yo solo. Aggg recordando ese precioso coñito tuyo, tan negro, tan mojadito. Porque seguro que ahora lo tienes mojadito, ¿Verdad?
Rosa se calló, mordiéndose el labio inferior, mirando como de la punta de la polla de su hijo manaba un líquido transparente, reflejo de su gran excitación.
-Venga. Dime la verdad, mamá. ¿Estás cachonda? ¿Tienes el coño rezumando juguitos? DÍMELO, dímelo, dímelooo.
Ella no pudo más, y un apenas audible 'sí', salido de sus labios.
-¿Qué? No te oigo. ¿Qué has dicho?
-Que sí.
-¿Que sí qué?
-Que sí estoy... cachonda...
-Ummm lo sabía… ¿Y el coño? ¿Cómo tienes el coño?
-Excitado. Mojado.
-Enséñamelo mamá. Enséñame tu precioso coño.
-No… eso no.
-¿Por qué no? Ya lo he visto. Necesito volver a verlo.
-No.
Luis estaba cada vez más caliente. Bajaba el ritmo de la paja para no correrse aún.
-Está bien. ...